Es claro que uno se acostumbra a lo que ve de manera cotidiana, hasta que llega un momento en que ya ni se pregunta por qué lo hay en determinado sitio es lo que es y cómo es. Quizá nunca ha sabido las razones concretas de lo que tiene ante los ojos o quizá también, si lo supo en algún momento, lo ha olvidado. Esta introducción, un poco rebuscado, viene aquí como introducción al comentario que sigue.
Veamos
la imagen, tal como la encontramos de manera permanente, en la esquina de la
calle de las Torres en su entronque con Aguirre y con la de Noheda. A simple
vista es un solar, uno más, de los muchos que hay en cualquier ciudad, a pesar
de que en casi todas hay Ordenanzas que regulan la existencia de tales
espacios, que como es lógico suponer, no les gusta nada a los Ayuntamientos,
que prefieren edificios construidos y no solares vacíos.
En
este solar hubo un edificio, que en su planta baja tenía un mesón-restaurante
de sólido prestigio, muy popular, Los Claveles. La historia es un poco larga y
complicada, pero la resumiré de manera sencilla: un buen día, el alcalde de
turno ordenó la demolición del inmueble amparándose en unos informes del
arquitecto municipal que lo había declarado una situación de ruina. A pesar de
que el Ayuntamiento de Cuenca suele ser muy permisivo en tales circunstancias,
en esta no tuvo reparos y actuó de manera inmediata y contundente, metiendo las
máquinas que arrasaron el edificio en un pis pas, eso sí, con el natural
alboroto por parte de sus propietarios, los hermanos Redondo, que de inmediato
hicieron lo que se hace en estos casos, o sea, ir a los tribunales. El
laborioso proceso terminó cuando en noviembre de 2006 el Tribunal Superior de
Justicia dictó sentencia definitiva declarando que el derribo había sido un
acto ilegal a partir de un informe incorrecto del arquitecto municipal,
estableciendo una indemnización que la familia consideró insuficiente no solo
por el valor real del edificio sino por los daños morales causados durante la
larga tramitación del proceso.
La
historia posterior es muy larga, da para muchos comentarios y llega hasta hoy.
Durante muchísimo tiempo, en ese lugar hubo un gran cartelón que informaba a
los paseantes del estropicio cometido por la autoridad municipal. Ahora, tantos
años después, otro cartel informa que el solar está disponible, con una
superficie de 150,34 metros cuadrados y la posibilidad de levantar seis
alturas. Pero no parece que nadie sienta mucho interés por cubrir ese vacío que
ofrece una singular perspectiva en la parte más céntrica de la ciudad moderna,
incluyendo la arboleda espontánea que en estos años ha crecido en total
libertad.