lunes, 20 de septiembre de 2021

HABLAR POR NO CALLAR

 


Conste que traigo a este blog de comentarios a la ministra Reyes Maroto, titular de Industria, Comercio y Turismo sencillamente porque en estos momento sirve de ejemplo a lo que viene siendo una práctica habitual, muy extendida entre todas las administraciones, desde el gobierno, como es este caso, al más humilde ayuntamiento de pueblo, pasando por toda la escala intermedia y es la de hablar por no callar, la de decir en voz alta la primera sandez que pasa por la cabeza del protagonista, la de no meditar en lo que se dice, la de creer que todo vale. Pertenezco a la generación de periodistas que vivimos e hicimos la transición, cuando empezaba a desarrollarse la técnica de las declaraciones ante los micrófonos, las ruedas de prensa y cosas similares. Quien tenía que hablar pedía un momento para el receso, pensaba lo que iba a decir y luego lo decía. Se escapaban algunas tonterías, por supuesto, pero ni de lejos a la cascada de mentecatos que nos castigan en estos tiempos soltando al buen tuntún perlas del más grueso y estúpido calibre. La tontería que se le ha escapado a Reyes Maroto buscando ventajas turísticas en el desastre provocado por el volcán de La Palma es solo un paso más en ese devenir de insensateces forzadas por la presencia abrumadora de micrófonos. Parece como si todo el mundo que ocupa un cargo se sintiera en la obligación inmediata de decir algo, lo que sea, la primera sandez que le venga a la cabeza, sin pensar en el contenido, la trascendencia, ni el valor de la palabra. Lo de Reyes Maroto es un ejemplo, muy llamativo, pero que no debe hacernos olvidar ni ignorar el cúmulo de tonterías con que los políticos más cercanos nos castigan de manera continuada. Porque donde escribo el nombre de la ministra se podrían poner otros muchos que tenemos muy cerca, a la vista de cada día.

 

domingo, 5 de septiembre de 2021

QUÉ SERÁ, SERÁ...



Se ha desvelado el misterio, o se empieza a desvelar, que no es lo mismo, porque todavía queda mucho por descubrir. Después de varios meses en que la fachada del edificio modernista de la calle José Cobo ha estado apuntalada, sostenida, por ese habilidoso artilugio técnico que permite sujetarla mientras se lleva a cabo la demolición del resto del inmueble, ha llegado la hora y la sujeción ya sido eliminada, señal de que hay garantías suficientes de que la fachada puede mantenerse en pie, pero a la vez hemos podido descubrir el resto de lo que se pretende hacer en ese lugar. La imagen es suficientemente clara: la fachada va a quedar enmarcada por una construcción de estilo completamente diferente. Eso, en sí mismo, no es ni bueno ni malo. Las soluciones estéticas son muy variadas, y la imaginación humana admite cualquier atrevimiento, con tal de el resultado final sea satisfactorio. Aquí aún no lo sabemos. Habrá que esperar un poco mas para ver cómo evoluciona la edificación. Por lo pronto, lo que se quería cuando empezó la polémica, se ha conseguido: la fachada sigue estando ahí, tal cual.