sábado, 24 de febrero de 2024

A TUMBA ABIERTA

                                                        


A simple vista, es difícil ver que ahí, bajando precipitadamente por la ladera del cerro del Socorro, hay una tanda de ciclistas, uno detrás de otro, arropados por esa pequeña multitud que también ha sudado lo suyo, para encaramarse sobre los riscos del monte para poder arropar a estos esforzados, no de la ruta, sino de las escarpaduras. Este es un ejercicio que se repite periódicamente, incluso de noche, lo que aumenta su espectacularidad por la iluminación de las linternas. Naturalmente, como todo el mundo sabe, para poder bajar, primero hay que subir, de manera que estos atrevidos ciclistas tienen que llegar a la cumbre del cerro y desde allí lanzarse cuesta abajo, confiando en sus fuerzas, y en la suerte, que también cuenta, para no darse un trompicón de tres pares de narices. El espectáculo es magnífico, aunque aquí no se aprecien los detalles. Para la próximo vez, espero tener preparado un zoom potente.