viernes, 30 de abril de 2021

EN LA DESPEDIDA A ENRIQUE DOMÍNGUEZ MILLÁN

 


            Como el destino suele gastar bromas macabras (o traviesas, según se mire), Enrique Domínguez Millán nació en Cuenca un 26 de abril y ha ido a morir en Madrid un 29 de este mes, recién cumplidos los 94 años. Una vida larga, fecunda, variada, activa, viajera, que da argumentos suficientes para escribir una biografía sumamente detallada pero que en el trance de la despedida basta con unos ligeros apuntes, unas ráfagas que puedan marcar esa trayectoria en la que es mejor subrayar otros aspectos. Estudiante de Magisterio en Cuenca, de Periodismo en Madrid, redactor y locutor en Radio Nacional de España (donde desempeñó la mayor parte de su actividad profesional), inventor del Bachillerato Radiofónico y de Cesta y Puntos en TVE, premio Antena de Oro, premio Ondas… ¿para qué seguir por ese camino jalonado de hechos fecundos y felices?

            Periodista en ejercicio permanente y poeta de firmísima vocación aunque, curiosamente, solo al final de su vida, ya jubilado, publicó libros de este género, hasta entonces cultivado en revistas, recitales y conferencias. En ese apartado encaja Barrio alto, un poemario dedicado al terreno que mejor conocía, el de las calles, callejas, plazuelas y rincones de la parte alta de Cuenca y para el que me pidió el prólogo, detalle conmovedor que el maestro tuvo con su alumno. Dotado de una voz profunda, bien modulada, al estilo de los locutores antiguos que sabían pronunciar todas las letras, hizo de su voz también un elemento expresivo de primer nivel. Como conferenciante, miembro de tertulias literarias, pregonero en fiestas y Semana Santa, sabía cómo estructurar el discurso, combinar las frases, entonar la melodía de las palabras para llegar, sabiamente, a donde quería ir.

            En esa trayectoria de intereses universales, que desarrolló de manera efectiva como viajero del mundo, con cientos de artículos y reportajes de los sitios más insólitos, hubo siempre, sin excepciones, un lugar de privilegio para este lugar llamado Cuenca, sobre la que empezó a escribir cuando aún era un joven estudiante y no ha dejado de hacerlo prácticamente hasta el final, como saben muy bien los lectores de La Tribuna que ha sido, metafóricamente, su última tribuna periodística. Fundador de la Real Academia Conquense de Artes y Letras, de la que fue presidente, el casco antiguo de Cuenca pierde a uno de sus vecinos más fieles y a uno de sus defensores más constantes, dentro de unas exigentes posiciones críticas hacia lo que tantas veces se contempla con disgusto.

            Imposible decir adiós a Enrique Domínguez Millán sin recordar a su mujer, Acacia Uceta, porque ambos formaron una de esas parejas estables que animan a creer que el mundo es menos antipático de lo que tantas veces parece. Siempre amables, cordiales, comunicativos, dispuestos a colaborar y abiertos a recibir las palabras y los pensamientos de los demás. Ley de vida es el morir, dirán los filósofos, pero en ocasiones es muy duro dejar constancia de que tal cosa, efectivamente, tiene que ocurrir. Desde ese sentimiento, inesperado siempre, podemos decir adiós a quien fue, sencillamente, una buena persona.

 

martes, 20 de abril de 2021

DAR VOZ A LOS NECIOS

 


Hay un problema con los famosos, famosillos o famosetes que tienen carta blanca para salir en los medios de comunicación (si es en cualquiera de las televisiones, mejor) y soltar por su boca cualquier sandez que se les ocurra, sabiendo de antemano que tendrán una amplia repercusión porque siempre habrá miles de personas dispuestas a tragar cualquier basura que se les ponga delante de los ojos. La cosa no es nueva, viene de muy atrás, pero quizá ahora tiene un impacto mayor porque esos mentecatos toman como tema  de su discurso la pandemia sobre la que imparten doctrina metafísica desde la más solemne incultura y desconocimiento. Y consiguen influir, claro que sí, en esa población desprotegida y manipulable, cualquiera que sea el foco de donde parte el mensaje, artero y malicioso. Porque son malvados y ejercen voluntariamente de tales.

Por eso hay rasgamiento de vestiduras y voces escandalizadas. Pero yo creo que el problema no lo tienen estos personajes (Victoria Abril, Miguel Bosé, Tamara Falcó) encumbrados a unos pedestales artificiosos, en los que se pavonean con orgullosa satisfacción. El problema, desde mi punto de vista, está en los informadores que contribuyen con su pasividad desconcertada a que estos deslenguados se salgan con la suya. Era penoso ver a Jordi Évole navegando entre dos aguas mientras el necio Bosé ponía de relieve su desvarío mental apoyado en una retahíla de infamias a cual más desdichada; eso sí, como consuelo hay que admitir que la entrevista puso de manifiesto que el antiguo niño bonito es hoy un pobre desecho humano que solo merece comprensiva piedad. Tres cuartos de lo mismo ha ocurrido con la niña tonta Tamara Falcó pavoneándose y burlándose de Pablo Moto, tan atrevido cuando le conviene y tan papanatas en este caso. Y así podríamos seguir comentando cosas y casos, incluido el del listo rapero Pablo Hásel, que tuvo su momento de gloria hace un par de meses, encumbrando por el necio colectivo de la prensa y hoy totalmente olvidado, como si no hubiera existido nunca.

Porque ese es el consuelo que nos queda. Menos mal que somos una especie olvidadiza, capaz de pasar en dos días de un extremo a otro. Los necios de hoy están en candelero pero, ¿alguien se acuerda de los que estaban hace quince días o un mes o un año?

 

NO FALTA TANTO

 


Esta foto está hecha hoy, martes, 20 de abril, a las 12,15 horas. Seguro que todo el mundo sabe dónde está ese balcón, en una casa de la Plaza Mayor, al lado del Ayuntamiento. Desde hace años, un grupo de entusiastas seguidores de la fiesta de San Mateo coloca ahí una especie de calendario en el que van restando, uno a uno, los días que faltan para que llegue la próxima cita. El pasado septiembre, como es sabido, no pudo haber fiesta ni corrida de vaquillas, de manera que con el mejor los entusiasmos los promotores del cartel empezaron a contar para atrás, desde el 365. Parece que se han cansado y lo han dejado fijo en el 299. Pues no, hombre, no hay que ser tan pesimista. Es lo de ver el vaso medio lleno o medio vacío. Ahora, en realidad, SOLO faltan 154 días para que vuelvan el bullicio, las carreras y los cuernos. Y mañana quedará uno menos. En realidad, cada día irá quedando uno menos para que termine esta pesadillo y recobremos la normalidad, en la vaquilla y en todo.

 

 

domingo, 18 de abril de 2021

EL OBISPO RECUPERA SU NOMBRE

 



        José Ángel Saiz Meneses nació en Sisante en 1956 y desde el primer día de su vida (bueno, desde que lo inscribieron en el registro civil y luego en el bautismo) se llamó así, José Ángel. Luego la familia emigró a Barcelona y, por lo que sabemos de él, siguió llamándose del mismo modo hasta que sus buenas cualidades le hicieron progresar en el escalafón eclesiástico y un buen día se vió aupado a la jerarquía episcopal, primero como obispo auxiliar de Barcelona y luego como titular de la nueva diócesis de Terrassa (o sea Tarrasa), momento (año 2004) en que pensó como cosa conveniente, teniendo en cuenta los aires que ya corrían por aquella tierra, modificar levemente su nombre para empezar a llamarse Josep Àngel y de esa forma se le viene conociendo. Hasta ahora, en que el papa ha tenido la buena idea de enviarlo como arzobispo a Sevilla con lo que, de paso, el protagonista de este pequeño comentario se sentirá obligado a recuperar su nombre en castellano y menos mal que los andaluces no tienen un lenguaje propio, que si no también tendría que adaptarlo. Es lo que tiene vivir en un país multi idiomático, que ofrece variadas oportunidades de adaptación según las conveniencias de cada momento.

 

jueves, 15 de abril de 2021

NO ES LA REPÚBLICA, ES EL TREN

 


            De vez en cuando, esta foto aparece en algún rincón de las redes y circula con el latiguillo de que es la manifestación que se hizo en Cuenca para festejar la llegada de la República, el 14 de abril de 1931. Incluso hay un libro reciente que la ha llevado a su portada con la misma explicación. Ahora, al llegar otro aniversario de aquella fecha, ha vuelto a aparecer la foto repitiendo el motivo. Pues no, no tiene nada que ver.

            La foto en cuestión fue publicada en el semanario “Vida Manchega” el 2 de enero de 1913 (18 años antes de la República) y recoge la alegre manifestación que se celebró en Cuenca el 26 de diciembre de 1912 para festejar la noticia de que el gobierno había aprobado la construcción del ferrocarril Cuenca-Utiel, con lo que al fin se garantizaba una comunicación fácil y cómoda con la capital levantina y el mar, un sueño entonces, a la vez que se auguraba un futuro de progreso para toda la provincia.

            Ironías del destino: cien años después, esa línea prometedora lleva tres meses interrumpida sin que tal cosa parezca importar mucho a quienes deberían impulsar la decisión de que el servicio se reanude. En esto, como en tantas otras cosas, llevamos la velocidad del cangrejo.

 

LO PEOR ES EL DESCONCIERTO

 


            Nos ha tocado vivir tiempos desconcertantes porque resulta muy difícil comprender la indecisión de los gobiernos, más aún, sus volubles cambios de criterios a la hora de implantar, reducir o anular medidas en buena parte incomprensibles. Para gestionar una crisis como la actual harían falta personas con ideas claras y carácter decidido, y no existen, no se las ve y, lo que es peor, no se las espera, porque el panorama que ofrece el espectro político resulta descorazonador, a todos los niveles. Digo esto, en un tono evidentemente pesimista, tras la última decisión del gobierno regional que vuelve a castigar a la provincia de Cuenca con el retorno de las restricciones que había eliminado quince días antes con el fin de favorecer la circulación de viajeros durante la Semana Santa, a sabiendas de que eso produciría males sin cuento y difusión de la pandemia, lo mismo que había sucedido en Navidad. Nunca sabemos si hay que entrar o salir, con terrazas o dentro, funcionando los teatros o con el telón abajo, con mascarilla o sin ella. Lo difícil es mantener un criterio, tener las ideas claras, ser firmes en las decisiones (aunque algunos sectores, con la hostelería en cabeza, griten y presionen) pero si algo caracteriza a todos los gobernantes actuales es la cobardía, la incapacidad de resistir ante la presión mediática, el no estar seguros de qué hay que hacer en cada momento y cada circunstancia. Esto, a nivel local. Si lo ampliamos al ridículo tira y aflora que generan las dudas sobre esta vacuna o la otra la cosa llega ya a niveles de esperpento. Una pena. Por ahora, han devuelto a Cuenca al nivel 3, sin razones ni justificaciones y sin que nadie sea capaz de explicar si la mayoría de las medidas tiene alguna utilidad o son simplemente sandeces que se le ocurren a un funcionario desocupado que lo mismo hace crucigramas o subraya esta restricción o la otra, al buen tuntún.

viernes, 2 de abril de 2021

DIAS DE DESCANSO PARA LOS AUTOBUSES

 


Como ocurre cada vez que se espera un agobio de gente, ahora, por ejemplo, en Semana Santa, el Ayuntamiento de Cuenca pone en marcha esa original medida que consiste en cortar el tráfico de subida al casco antiguo de la ciudad, con lo que se estimula la originalidad creativa de los automovilistas para encontrar un buen motivo que justifique su necesidad de seguir su camino lo que, efectivamente, consigue la mayoría, quizá todos, tras unos minutos de conversación con el guardia situado en San Felipe.

En ninguna de estas ocasiones, y ya van docenas, al Ayuntamiento de Cuenca se le ha ocurrido poner en práctica una medida utilísima y cómoda: incrementar la frecuencia de paso de los autobuses urbanos, con lo que esa necesidad (o deseo) de trasladarse a la parte antigua encontraría una fácil solución y, además, barata. Lejos de tal cosa, las inteligencias rectoras de la casa municipal hacen lo contrario, o sea, reducir a la mitad el número de autobuses con lo que cual se disuaden las ganas de estar media hora esperando en la parada a que pase el armatoste de turno.

Así son las cosas y así vienen pasando un año tras otro: barrera en San Felipe y los autobuses urbanos descansando. Esta es una ciudad verdaderamente genial.

EL TRABAJO SINGULAR DE PEDRO ROMERO SEQUÍ

 


            Pedro Romero Sequí ha elegido los días inmediatos a la Semana Santa para colocar en la Sala Iberia una espléndida colección de obras que, si bien tienen un nutrido componente de imágenes propias de esas fechas (materia en la que el artista ha ido desarrollando una amplia especialización) incorpora también otras que corresponden al terreno del paisajismo urbano e incuso al retrato, aspecto este último que deseo destacar porque los tres que presenta el artista en esta exposición son, sencillamente, magníficos.

            Pedro Romero tiene ya acreditada una larga trayectoria artística a la que ahora, dice, va a dedicarse aún con más intensidad, una vez quede libre de las obligaciones laborales cotidianas. En este tiempo ha desarrollado una técnica propia, inconfundible en el trazo y en los elementos añadidos que incorpora en una sabia combinación del óleo con el material acrílico, que el artista maneja con singular habilidad. Medio centenar de obras, en su mayor parte de elaboración reciente, durante el año de pandemia, figura en esta exposición ciertamente de alta calidad, excelente demostración del alto nivel alcanzado por Pedro Romero en la búsqueda de un estilo propio que ayuda a que la contemplación de esta muestra (disponible hasta el 25 de abril) sea un auténtico deleite sensorial.

          En la serie expositiva hay imágenes de Cuenca, algunos paisajes, muchas visiones de la Semana Santa (sin duda, su tema favorito, al menos hasta ahora) y esos retratos infantiles cargados de expresividad, todos ellos marcados por esos garabatos con que el artista intenta aportar una vivacidad comunicativa que cumple perfectamente su objetivo. La obra de Pedro Romero es, desde luego, un placer para los sentidos.