martes, 29 de septiembre de 2020

RINCONES 2. EL MOLINO DE PIOTE

 

En una época que ya está casi olvidada y que los jóvenes ni siquiera han conocido, había multitud de molinos repartidos por las riberas de todos nuestros ríos, que aprovechaban la energía del agua para mover el ingenioso artificio que servía para moler el grano y transformarlo en trigo; elemento que luego, ya avanzado el siglo XX, se transformó para producir energía eléctrica, la primera que llegó a nuestros pueblos. Como por aquí hemos sido muy descuidados en la conservación de nuestro patrimonio, esos molinos inservibles pronto empezaron a ser destruidos, inutilizados, desprovistos de maquinaria. Por fortuna, pese a la certeza de ese lamento, todavía siguen en pie bastantes, algunos incluso con la maquinaria intacta. Uno de ellos es el molino de Piote, llamado así por el diminutivo de su propietario, Pío González, que lo heredó de su tío Mateo. El molino se encuentra en Alcalá de la Vega, a la salida del pueblo, en dirección a Algarra, y se nutre con las generosas aguas del río Cabriel. Se puede ver al lado de la carretera, luciendo su preciosa estampa, austera, pero muy digna, merecedora de ser conservada aunque ya no sean necesarios sus servicios molineros.

SILENCIO EN LA PLAZUELA

 


Siempre que paso por la plazuela de San Nicolás me pregunto qué especie de delito o pecado habrá cometido la deliciosa fuente que hay en el centro para que haya sido castigada a no verter agua. En la pileta sí hay un charco, seguramente almacenado en las últimas lluvias, pero la encantadora Moza del Cántaro espera incansable que algún bondadoso fontanero municipal reponga el suministro de liquido que, quien sabe por qué y cuándo, fue suprimido.

            La fuente de San Nicolás es una delicada obra de arte, obra de Leonardo Martínez Bueno. Quedó instalada en este sitio en la Semana Santa de 1952. A su lado, un ciprés y un olivo forman el mínimo aporte vegetal del recinto, sin duda uno de los que posee mayor contenido romántico, por no decir melancólico, de cuantos integran el recorrido urbano por las calles antiguas de Cuenca.

            Para que el placer sea completo solo falta el amable sonido de un chorro de agua cayendo rítmicamente sobre el pilón. Parece una cosa tan sencilla en una ciudad abundante en agua…

 

sábado, 26 de septiembre de 2020

UN APERITIVO DE ROBERTO POLO

 


            Ya casi no nos acordábamos de que el año pasado (ha pasado tanto tiempo y la memoria es tan frágil) debió haberse abierto en Cuenca un espacio destinado a recibir una parte considerable de la Colección de Roberto Polo, distribuida aproximadamente a medias entre Toledo y Cuenca. La sección toledana sí se abrió al público pero no ocurrió lo mismo con la de Cuenca, entorpecida por una desdichada maniobra que el Ayuntamiento no fue capaz de sortear ni resolver. No me atrevo a aventurar qué solución definitiva se dará a este caso, pero por lo pronto, y como un aperitivo de lo que pueda ser el futuro festín, ha aterrizado entre nosotros una primera avanzadilla de la Colección. Se encuentra instalada en la Casa Zavala, tiene el título de Retratos imaginarios y presenta una considerable colección (252 cuadros) con la firma de Pierre-Louis Flouquet (1900-1967), uno de los pioneros de las vanguardias artísticas en Europa, que cultivó todas las técnicas pictóricas, entre ellas el dibujo a tinta.

            Del total de obras que comprende la Colección Roberto Polo (700), se expone en Cuenca una apretada selección que cubre todas las paredes de la Casa Zavala, formando un curioso y extraordinario papel de retratos imaginados por el artista (solo uno es real, el del pintor uruguayo Joaquín Torres García), en lo que no se sabe si sorprende más la maestría y seguridad del trazo, en el que no faltan toques de amable ironía, con inspiración caricaturesca, o la variedad de expresiones recogidas con tal firmeza que en verdad parecen retratos realistas.

            Hasta el 31 de diciembre puede visitarse esta exposición, pionera con la obra del coleccionista Roberto Polo. Quizá mientras podamos recibir alguna noticia firme sobre lo que espera al resto de la obra pensada para Cuenca.

viernes, 25 de septiembre de 2020

UN ARTISTA ENTRE LOS MEJORES

 


            Va para cincuenta años que murió Fernando Zóbel (fue en 1984) y su obra permanece ocupando un lugar de honor en el arte español, a la vez que su recuerdo personal permanece intangible en la memoria de esta ciudad, singularmente en el vecindario del casco antiguo en el que ejerció su bonhomía de forma muy activa y solidaria. Por lo que se refiere a su papel en el balance del arte contemporáneo, hay un termómetro que suele medir la importancia o el valor de una obra y es el que se desarrolla a través de las subastas, pues ahí se mide la permanencia de un artista y su reflejo material, a partir del valor económico que se le asigna. Desde ese punto de vista, Fernando Zóbel está siempre en primera línea; basta comprobar cómo sus cuadros aparecen revalorizados a un nivel muy superior al de otros compañeros de generación. Si un ejemplo suele bastar, podemos recurrir al ejemplar de El País del domingo pasado, donde a doble página en color se anuncia una de esas importantes subastas en el hotel Miguel Ángel, de Madrid. Ahí aparecen, emparejados, Zóbel y Sorolla, dos nombres que por derecho propio se encuentran en los lugares de honor de la pintura española del siglo XX. Por cierto, el cuadro de Zóbel tiene que ver con el Júcar, el río de Cuenca por excelencia, que tantas veces llevó a los lienzos.

 

jueves, 24 de septiembre de 2020

QUE NO SE PIERDA LA ESPERANZA

 


 Al mal tiempo buena cara y más vale tomar las cosas con optimismo, han debido pensar los animosos chicos (y veteranos) que cada año, al llegar la penúltima semana de septiembre, salen a los recovecos de la Plaza Mayor y aledaños al correr vaquillas. Los días de fiesta ha pasado, las vacas se han quedado en sus dehesas, pastando tranquilamente, el Ayuntamiento se ha ahorrado unos cuantos euros y los aficionados a las carreras y los quiebros se han consolado viendo imágenes en vídeo o recorriendo viejos álbumes fotográficos, en los que hay suficiente material para la nostalgia. En lo alto del balcón de una casa de la Plaza Mayor, donde cada año se sitúa la pancarta que va recordando los días que faltan para la fiesta, restando fechas del calendario, también la han puesto, con el buen humor de tomar como referencia el día de San Mateo del año que viene. Mejor así, con un poco de alegría, que para amargarnos días y noches ya están los telediarios, convertidos todos en una palinodia de desastres y malas noticias.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

FUE SALA Y YA NO ES NADA

 

 


       Las Escalerillas del Gallo es un lugar urbano bien conocido de todos los conquenses, tránsito muy utilizado para ir de la parte alta a la baja o viceversa y, además, esas escalinatas vienen muy bien a los bares inmediatos para que en ellos se sienten, cerveza en mano, aperitivo en la otra, quienes hacen un alto en el camino.

        Ya no queda ni rastro de la fábrica de harinas que había en ese rincón y que finalmente vino a dar nombre a las Escalerillas. Sí sobrevive, justo al lado, un vetusto y noble edificio histórico, uno de los de mayor empaque arquitectónico de cuantos hay en la ciudad y por ello duele más el maltrato sistemático con que viene siendo castigado El Almudí.

        Sin entrar en generalidades sobre el edificio en su conjunto, sí quiero poner hoy la mirada en un sector de ese noble inmueble histórico, el apéndice que tiene adosado precisamente en las Escalerillas del Gallo y en el que aún campea, irónicamente, la placa que dice Sala El Almudí.

        Porque sala exposiciones fue, de titularidad municipal, cuando el Ayuntamiento tuvo la buena idea de recuperarla para un uso público, social, comunitario, cultural. Eso fue a comienzo de los años 90 del siglo pasado y durante una década la Sala encontró una función digna, porque antes había sido laboratorio, perrera, inspección de la policía urbana y quizá alguna cosa más. Ninguna tan digna y valiosa como Sala de Exposiciones, cumpliendo una labor utilísima durante los años que permaneció abierta. Hasta que la cerraron, sin motivo ni explicaciones. Ahora es nada, un local cerrado, inútil, que bien podría estar dedicado a alguna de las muchas necesidades que hay planteadas en esta ciudad.

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

RINCONES 1.TORREBUCEIT

 




RINCONES 1. TORREBUCEIT

En un cruce de caminos, donde confluyen la CUV 7031 y la CUV 7032, a orillas del río Záncara, se encuentra el caserío de Torrebuceit. Aunque el pueblo más cercano es Zafra de Záncara, en realidad pertenece al término de Villar del Águila. El lugar fue propiedad del hospital de Santiago de Cuenca y en la desamortización del siglo XIX fue adquirido por Lucas Aguirre. Es tradición (quizá mejor leyenda) que aquí vivió Zeit Abu Zeit, último rey moro de Valencia, y que de su nombre se deriva el de este paraje, ya sin habitantes (la España vacía) pero que mantiene incólume su belleza y encanto, el de un caserío agrícola rehabilitado para servir de residencia familiar con dependencias laborales agrícolas en torno al antiguo patio. En las inmediaciones se puede contemplar todavía un antiguo acueducto, que transportada agua suficiente para hacer trabajar una noria, ejemplo también de la habilidad musulmana para transportar el agua. Cerca, apenas a cien metros, permanece sólidamente en pie el antiguo castillo-palacio de origen árabe, edificado inicialmente en el siglo XII, de dimensiones reducidas, construido en mampostería trabada con cadenas de sillar y dos torreones en las esquinas. Todo ello envuelto en la silenciosa melancolía de un rincón olvidado.

jueves, 17 de septiembre de 2020

CIEN AÑOS DE FÚTBOL EN CUENCA

 


"Y este hombre fue Fidel Iceta, bilbaíno y entusiasta del deporte, que por obligada permanencia en Cuenca, por su cargo en la Fábrica Echevarrieta, llevó a Cuenca lo que hacía ya varios que se practicaba en el norte de España, principalmente en Bilbao”. Era el año 1919, cuando en las Eras del Tío Cañamón, “en terreno poco cómodo y mucho menos reglamentario”, comenzó Iceta, junto con los hermanos Rubio, Hervás, Garay, Peña, Malo, Navarro, Goyazábal y Perecito, a dar los primeros pasos del fútbol en Cuenca. De esa forma salió adelante la fundación del primer club local, que recibió el nombre de Cultural Deportiva Conquense, con uniforme de camiseta blanca y pantalón negro.

Como el equipo pronto alcanzó una gran popularidad se hizo preciso un campo de juego en mejores condiciones y de ese modo se habilitó uno nuevo, en el Camino de San Antonio. Allí, en septiembre de 1920, ahora hace cien años, con motivo de las fiesteas de San Julián, tuvo lugar la inauguración de ese primer terreno de juego cerrado de Cuenca y para ello se organizó un triangular con el equipo reserva del Valencia, el Teruel y la Cultural Deportiva Conquense. El triunfo, como es fácil imaginar, fue para el más fuerte de los tres, o sea, el Valencia.

Todo eso, y mucho más, lo cuenta en su primer número el semanario Deportes, publicado en 1934 en Cuenca gracias al cual disponemos del interesante relato sobre aquello que sucedió hace cien años y que parece haber pasado un tanto desapercibido para los aficionados de hoy.

LA CRISIS, DESDE LOS BALCONES

 


            No se si mucha gente de la que pasea por las calles, arriba y abajo, sabe de qué van las colgaduras que hay en muchos balcones, casi todos de edificios oficiales. Tampoco son muchos los que se detienen a verlas pero en líneas generales yo creo que todo el mundo se entera de que ahí, en esas colgaduras, hay una colección de imágenes que vienen a ser un resumen gráfico de lo que ha pasado en esta ciudad (y en el resto del mundo) durante los últimos meses.

Un total de 50 imágenes de 27 fotógrafos conquenses, en las que muestran aquello que veían desde sus casas durante las semanas de confinamiento, componen la exposición Desde mi balcón de PhotoEspaña, con la que Cuenca vuelve a convertirse en sede de este prestigioso certamen fotográfico. Las fotografías pueden verse, expuestas en lonas colgadas precisamente de ventanas y balcones, en un recorrido con 14 paradas desde la calle Obispo Valero hasta la Subdelegación del Gobierno, pasando por la Plaza Mayor, el Ayuntamiento de Cuenca, la Anteplaza, la calle Alfonso VIII, el Museo de la Semana Santa, la Junta de Cofradías, el centro Infantas de España, la calle Alonso de Ojeda, la calle Las Torres, la Delegación Provincial de la Junta de Comunidades, la Diputación Provincial y el Centro Cultural Aguirre. Son colgaduras, o lonas con imágenes, que podrá verse en las ventanas de la ciudad durante todo el verano.

lunes, 14 de septiembre de 2020

MÚSICA EN LA CATEDRAL

 

                              

Como si hubiéramos vuelto a los orígenes de la civilización cristiana, cuando las iglesias y catedrales eran el punto de referencia para la vida social de la colectividad humana asentada en ese lugar, también ahora, en esta situación excepcional que vivimos, cuando la sociedad civil parece inmersa en una atonía preocupante (no en todo, sí en materia de cultura), como antaño, la catedral es el único lugar que abre sus puertas, con todas las medidas de precaución que se nos repiten machaconamente, pero las abre y así por lo menos de vez en cuando encontramos un resquicio por el que poder respirar al compás de la música.

 Que es, como se puede imaginar, religiosa, pero no estrictamente religiosa. Por ejemplo, la de este sábado, bien podrían pasar por un encuentro amigable y elegante en un salón palaciego, en el que un grupo de músicos interpreta alegres melodías, de las que ayudan al sosiego del alma e incluso a danzar acompasadamente. En el improvisado escenario, con el Arco de Jamete de fondo (ahora estrenando el Ecce Homo que ha sido devuelto al parteluz) y los espectadores distribuidos de manera estratégica en los sectores del crucero, los Ministriles de Marsias pusieron sonidos cargados de emoción, belleza y armonía, para recrear el ambiente musical propio de épocas pasadas, entre los siglos XV y XVIII, con un saludable repertorio de pavanas, jerigonzas, tientos, tonadas palaciegas, canciones y también, por supuesto, alguna melodía religiosa, sin que faltara entre unas y otras el impresionante sonido del órgano para hacer contrapunto a corneta, chirimía, sacabuche, bajón y bajoncillo, apasionante y divertida mezcolanza de sonidos y ritmos. Divertida, digo, que parece un calificativo poco apropiado para un concierto, pero es que este lo fue y esa, entre otras muchas, fue una de sus virtudes, para consuelo de quienes allí acudimos y echamos de menos otra oportunidad como esta.

 

 

domingo, 13 de septiembre de 2020

COMO SI NO PASARA NADA

 


            Los informativos, tanto de radio como de TV, están empeñados en un singular combate: a ver cuál de ellos cuenta más calamidades en el tiempo que tienen disponible. En esa competición, no importa que todos los días, a todas horas, repitan lo mismo. Disfrutan contándolo y acongojando al personal. No se sabe ya cuántos cientos de veces nos han desmenuzado los problemas del turismo, la ruina de los bares y restaurantes, el desastre de las tiendas de cualquier especialidad comercial. Siempre dicen lo mismo y lo repiten porque siempre hay un desdichado que está dispuesto a contar sus problemas, que son los mismos del informativo anterior o del día precedente. Mientras las terrazas de un sitio pacífico y anónimo, llamado Cuenca, están a tope a todas horas; para comer en el casco antiguo un día cualquiera y más si es fin de semana, hay bofetadas y lista de espera. De tráfico no digo nada, un atasco por aquí y otro por allá. Pero, claro, esas cosas no salen en la radio ni en la tele, y menos que en ninguna en La Primera, que ha hecho cuestión de honor demostrar que en este país todo va mal, fatal, un desastre y que no se puede vivir en ningún sitio ni tomar una cerveza en parte alguna. Si en vez de estar enviciados con Madrid se dieran una vuelta por aquí verían otra cosa. Pero eso no debe interesarles.

NOMBRES DE CALLES REALES


Tan pronto han empezado a saltar las noticias sobre las mal andanzas del llamado rey emérito, Juan Carlos de Borbón, cuyos estropicios personales recientes van a emborronar lo que fue un muy estimable reinado, se ha puesto en marcha la habitual campaña demagógica que pide a gritos la eliminación de su nombre en las calles y lugares así bautizados en épocas para él más propicias.

Supongo que en unos casos la idea prosperará y en otros la dejarán estar para ver lo que pasa.

En el pueblo conquense de Tébar estas cuestiones no les afectan. Allí tienen, como en todas partes, una plaza, de la que salen varias calles principales. La que va hacia arriba es la calle del Rey. La que va hacia abajo, la calle de la Reina. El y la que sea. Los de hoy, de ayer y de mañana. Con esa fórmula tan sencilla se ahorran estar cambiando de nombre cada vez que se muere uno y llega otro. Y por supuesto, tampoco tienen ahora ningún problema por quitar este nombre o poner aquel otro. En este mundo hay gente inteligente.

            (En la foto, la calle de la Reina)

 

viernes, 11 de septiembre de 2020

RAFAEL PÉREZ-MADERO


La vida de Rafael Pérez-Madero ha discurrido entre 1946 y 2020, hasta este 10 de septiembre en que ha ocurrido lo inevitable, lo esperado, incluso, aunque estas cosas por más que se anuncien y se teman quedan envueltas siempre por la esperanza de que no lleguen a ocurrir.

De inmediato, en variadas fuentes se airea la participación de Rafael Pérez-Madero en el rodaje de un documental sobre la Semana Santa que él dirigió, pero el énfasis en tal tema, siempre recurrente en Cuenca, oculta otros factores más importantes y sobre todos ellos, uno: él ha sido, durante todos estos años, como el albacea de Fernando Zóbel para las cosas de Cuenca. Desde que en 1977 entró al lado del gran artista, siempre recordado con afecto, Rafa se hizo cargo de una serie de aspectos íntimamente relacionados con el trabajo de Zóbel y a la muerte de éste, en 1984, se convirtió en el mejor valedor de su legado, publicando monografías, comisariando exposiciones, manteniendo viva su memoria en cuestiones tan domésticas como el concurso de pintura que cada año organiza el Instituto Fernando Zóbel y que Rafa ha cuidado siempre con delicado mimo.

Desaparece la persona que siempre ha estado atenta a cualquier mínimo detalle que tuviera relación con Fernando Zóbel, sobre todo en Cuenca. Es una herencia que ahora pasa a todos los demás, nosotros, el colectivo de ciudadanos.

En el cajón de los recuerdos he encontrado esta foto del rodaje del documental sobre Semana Santa. Ahí está el cámara Antonio Cuevas y a su lado Rafa, observando el encuadre de la procesión que sube, en la curva de San Felipe. La foto es de Carlos Albendea.


Puente del Chantre

 

Da gusto acercarse a la orilla del Júcar y ver de cerca lo bien arreglado que ha quedado el Puente del Chantre, tras el sobresalto de varios años viéndolo dañado, casi en trance de ser derribado por cualquier avenida si el río tuviera la ocurrencia de volverse furioso, como ha hecho ya en varias ocasiones. Por fortuna, no ha habido tal cosa y con la lentitud que requieren todas las cosas de palacio, el puente se ha restaurado con lo que tiene por delante varios años sin sobresaltos. Espero.

Es puente de un sólo ojo, construido en mampostería con sillería en el arco de medio punto. Se construyó en 1882, por iniciativa del Ayuntamiento de Cuenca y vino a sustituir a otros de madera que le precedieron en prestar el mismo servicio y se fueron arruinado progresivamente, desde la Edad Media, en que este pasadizo resultó siempre esencial para garantizar la llegada a la capital de los productos procedentes de la Serranía.

Las obras fueron adjudicadas al contratista Vidal Álvarez, en 17.295 pesetas. El puente quedó completamente terminado el 5 de marzo de 1883 y en una de las piedras del pretil queda constancia de que fue Construido por el Excmo. Ayuntamiento de Cuenca. 1882.