domingo, 21 de febrero de 2021

¡PODREMOS IR AL CINE!

 

            El bondadoso gobierno que nos rige piensa que ya está bien; el castigo ha sido suficiente. Como ocurre con los malos profesores, nadie sabe ni comprende cuáles han sido los motivos que justifican tanta severidad, porque los cines y los teatros (los ámbitos de la cultura, en general) son totalmente seguros y dóciles como ningún otro tipo de locales a la hora de aplicar medidas de seguridad. Pero ni razonamientos, ni lágrimas han servido para conmover a quienes toman decisiones, situación en la que se encuentran gracias a nuestros votos, precisamente. Pero bien, el castigo llega a su fin, aunque ya nos advierten que si son malos en otros sectores, las iras volverán a caer sobre los demás. Así es la justicia humana (claro que la divina tampoco tiene nada de qué presumir).

            Volverán, pues, a abrir los cines y los teatros. El Auditorio anuncia a bombo y platillo a Ara Malikian, como si no hubiera venido nunca a Cuenca y ahora habrá oportunidad de verlo por enésima vez. Y los cines volverán a abrir sus puertas. En el Odeón de abajo, el de siempre, los carteles colocados hace meses siguen ahí, anunciando películas que ya no sabemos si podremos ver o habrán pasado a la posteridad. Pero con esos títulos, o con otros (son docenas los que están pendientes) volveremos a hacer algo tan inocente como ir al cine. Algo que es tan necesario como respirar o comer. Esperemos ser buenos para que el bondadoso gobierno que nos rige no se vuelva a cabrear y nos quite el caramelo de la boca.

 

viernes, 19 de febrero de 2021

VOLVIERON LAS TERRAZAS... VACÍAS

 


            Volvieron las terrazas, tan deseadas, tan esperadas, pero con tan mala suerte que el primer día del regalo hizo tan infame tiempo, frío y desapacible, que había que tener muchas ganas y mucho valor para poder ocuparlas. En esta ocasión, a diferencia de lo sucedido hace unos meses, cuando volvieron a levantarse las restricciones y solo uno de los bares de la Plaza Mayor se apresuró a utilizar el regalo, prácticamente todos han vuelto a abrir sus puertas y colocar mesas y sillas en ese ámbito generalmente amable. Pero como la suerte (y la benevolencia climática) no acompañan, el resultado es el que se ve en la foto: terrazas vacías. Imagino que será cuestión de un par de día y pronto, en seguida, haremos lo que estamos deseando: poder tomar un café o una caña al aire libre.

Que lo podamos ver.

 

lunes, 15 de febrero de 2021

CAMBIOS EN EL PUENTE DE SAN PABLO

 

No se puede cruzar el puente de San Pablo porque están haciendo obras en los accesos. La idea es razonable: las personas que tienen problemas de movilidad, porque van en sillas de ruedas, o los papás que pasean con el carrito de su bebé, tienen derecho a disfrutar de la apasionante experiencia de cruzar nuestro emblemático puente. Las dudas surgen esperando el resultado: además de útil, ¿ese cambio será estéticamente aceptable o dará como resultado una chapuza más? Ya lo dijo Hamlet: that's the question.

sábado, 13 de febrero de 2021

PARACUELLOS ES PARACUELLOS

 


Paracuellos es Paracuellos, sin apellidos. En una reciente información sobre una reunión oficial se habla de Paracuellos de la Vega. No hay tal. Paracuellos se llama así desde la Edad Media, cuando su castillo formaba parte de la cadena protectora de Cuenca y estaba a cargo del obispo. Cuando terminó la guerra civil, a alguien se le ocurrió añadir de la Vega para distinguirlo de otro Paracuellos tristemente famoso, el del Jarama pero ese fue un cambio de boquilla, para andar por casa. Nunca se legalizó el nuevo nombre, de modo que Paracuellos sigue llamándose Paracuellos. El Ayuntamiento y la Diputación deberían saberlo. Y si quieren cambiarlo por otro nombre están en su derecho, faltaría más. Pero por ahora, el nombre es el que es y no otro.

LA CULTURA ES PELIGROSA




Como algunos temían, el gobierno regional ha vuelto a hacer lo fácil y cómodo: seguir manteniendo la cultura cerrada a cal y canto. Los bares y restaurantes, no, esos pueden ya reabrir, con algunas limitaciones, pero abren y en seguida se han lanzado casi todos a disfrutar del regalo. Nadie, desde ese gobierno, ni tampoco sus acólitos del partido gobernante, quieren responder a la gran pregunta: ¿por qué es dañino o peligroso para la salud estar sentado en la butaca de un cine o un teatro, con la mascarilla puesta, separado a considerable distancia del espectador más próximo y no lo es estar igualmente sentado en una mesa con otras tres personas al lado, todos cuatro sin mascarilla. Como es inexplicable, nadie puede salir a la palestra a explicarlo. De manera que en Madrid, Valencia e incluso en Soria, las gentes de esas ciudades pueden ir al cine o al teatro, y en Cuenca no. Con esa actitud retrógrada, el gobierno regional demuestra una vez más lo que todos sabemos y algunos nos atrevemos a decir de vez en cuando: alergia, aversión, a todo lo que significa cultura o sea, pensamiento. Más vale que la gente no vaya a sitios tan peligrosos en los que pueden atreverse a pensar y tener ideas propias. Hay que tener también en cuenta otras consideraciones que a mí se me ocurren. De un lado, el pánico que sienten ante las actitudes beligerantes de los hosteleros, que levantan la voz, se manifiestan en las calles, rompen platos, exhiben pancartas. El gobierno de Fuensalida les teme y, por tanto, agacha la cabeza y cede a la presión. En cambio, en el sector de la cultura nadie levanta la voz. Todos achantados por si acaso murmuran un poco y se quedan sin las subvenciones oficiales. Siempre ha sido así, no hay nada nuevo bajo el sol.

miércoles, 10 de febrero de 2021

EL RELOJ DE NOTARIO SIGUE MARCANDO LA HORA

 

 

            Se ha muerto Pedro Notario, poniendo fin a una primera vida de trabajo y a una segunda de voluntario retiro. En esta hora amarga puede ser un buen detalle traer aquí a relucir al histórico reloj que desde el año 1935 cuelga de la fachada de su establecimiento. Hace unos años, por este vicio tan asentado en Cuenca de derribar todo lo que sea posible, también llegó la hora a este inmueble, sustituido por otro de nueva planta, pero se mantuvo el reloj, ese símbolo indeleble de Carretería, al que todos miramos cuando pasamos por una calle que sigue siendo entrañable, a pesar de los estropicios que se han cometido con ella. Pedro Notario contaba así el origen del histórico reloj.:

            “Mi padre abrió la relojería y lo primero que colocó fue una farola con un reloj en lo que podía ser el borde de la acera, porque Carretería entonces no estaba asfaltada y era un barrizal. Cuando dos o tres veces algún camión chocó con la columna y derribó el reloj, el herrero le aconsejó a mi padre poner los dos relojes colgados de la fachada. Con la nueva fachada, la maquinaria y la esfera de los relojes son las mismas, pero cambiamos el soporte”

            En recuerdo de Pedro Notario y del tiempo ido traigo aquí la fachada antigua de la finca y del establecimiento.

 

jueves, 4 de febrero de 2021

POR AHÍ EMPEZÓ LA MODERNIDAD

 


         Fue hace cien años, ayer mismo, como quien no quiere la cosa, pero por ahí empezó la modernización de una ciudad llamada Cuenca, hasta entonces volcada en su incómodo (y en muchos sentidos, insalubre) casco antiguo, del que las gentes ya habían empezado a bajar para poblar la llanura, teniendo como punto de referencia un eje urbano llamado La Carretería, que iba desde el Puente de San Antón hasta la Ventilla, dejando a su lado un conglomerado de huertas que impedían el desarrollo racional de ese proceso.

         El camino resultó, como siempre ocurre en muchos sitios, especialmente en Cuenca, largo, complicado y proceloso. Arrancó en 1893 de manera que tuvieron que pasar más de 25 años para que por fin pudiera empezar a tomar forma la idea municipal de urbanizar las huertas de la Albuera, regadas por el Huécar, desecar el terreno y empezar a desarrollar el Plan de Urbanismo que se había proyectado, teniendo en el centro un  hermoso jardín (algo que no existía en la ciudad) y a su alrededor una formación sucesiva de edificios públicos de noble diseño, que ofrecerían un vistoso empaque visual. El primero de esos edificios, el de Correos, resultó un fracaso y nunca llegó siquiera a entrar en servicio, arruinado antes de servir para algo.

         El segundo tuvo mejor suerte. Las obras del Banco de España empezaron en 1923 y esas sí que fueron adelante, hasta culminar la construcción de un elegante inmueble que hoy, cien años después, sigue en su sitio, aunque ya no se llame Banco de España. A esos momentos iniciales corresponde esta imagen, que lleva la firma del fotógrafo Campos, uno de los pioneros en la técnica fotográfica en Cuenca.