martes, 29 de septiembre de 2020

SILENCIO EN LA PLAZUELA

 


Siempre que paso por la plazuela de San Nicolás me pregunto qué especie de delito o pecado habrá cometido la deliciosa fuente que hay en el centro para que haya sido castigada a no verter agua. En la pileta sí hay un charco, seguramente almacenado en las últimas lluvias, pero la encantadora Moza del Cántaro espera incansable que algún bondadoso fontanero municipal reponga el suministro de liquido que, quien sabe por qué y cuándo, fue suprimido.

            La fuente de San Nicolás es una delicada obra de arte, obra de Leonardo Martínez Bueno. Quedó instalada en este sitio en la Semana Santa de 1952. A su lado, un ciprés y un olivo forman el mínimo aporte vegetal del recinto, sin duda uno de los que posee mayor contenido romántico, por no decir melancólico, de cuantos integran el recorrido urbano por las calles antiguas de Cuenca.

            Para que el placer sea completo solo falta el amable sonido de un chorro de agua cayendo rítmicamente sobre el pilón. Parece una cosa tan sencilla en una ciudad abundante en agua…

 

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