
No es
ningún descubrimiento novedoso que entre las muchas cosas que han cambiado en
nuestro mundo durante los últimos años, una de las más acentuadas es la que
tiene que ver con la fotografía. Primero entraron en tromba las cámaras digitales
que suponían un ataque frontal a la hasta entonces vigente técnica analógica
que obligaba al uso de película en negativo que era preciso revelar y luego
positivar, con la secuela final de coleccionar las fotos en álbumes, sobres o
el bolsillo de la chaqueta, a gusto de cada cual. Empezó, pues, la agonía de los
establecimientos dedicados al revelado de fotografías, que aún pudieron
sobrevivir un tiempo mientras se iba imponiendo el uso de las cámaras digitales,
pero la puntilla llegó con los teléfonos móviles, ideados inicialmente para
hablar pero a los que el siempre creativo e inventivo ser humano decidió
incorporar una pequeña cámara, que luego fue desarrollándose y mejorando hasta
convertir el utensilio en un elemento muy eficaz en la captación de imágenes,
de manera que ahora prácticamente todo el mundo se dedica a hacer fotos con sus
móviles, salvo algunos seres prehistóricos que nos empeñamos en salir a la
calle y viajar con una cámara al hombro. En todo este trajín, los antaño
necesarios laboratorios fotográficos han ido entrando en decadencia; alguno puede
sobrevivir mediante ciertos procesos de adaptación, pero otros han caído en
manos de la falta de utilidad y cuando sucede tal cosa no hay más remedio que
desaparecer. Eso es lo que han hecho, casi simultáneamente, dos establecimientos
históricos situados en Cuenca. Aguilar estaba en Carretería y su cierre ha sido
total y tajante, de manera que ya no queda señal alguna tras la verja cerrada a
cal y canto. Pascual sigue estando en Calderón de la Barca y aunque
aparentemente sigue abierto, lo cierto es que hace mucho que sus puertas
permanecen cerradas. Curioso: Luis Pascual llegó a Cuenca como ayudante en casa
de Aguilar y luego se independizó. El destino ha unido a los dos en su trance
final. Así son las cosas de la vida.
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