jueves, 17 de abril de 2025

LO DE SAN MIGUEL, UN MISTERIO

 


Uno de las muchas cosas misteriosas que ocurren en esta ciudad cada vez más incomprensible tiene que ver con la iglesia de San Miguel. Ya se que alguien me dirá que hay misterios mayores, como por ejemplo, la incapacidad de tomar una decisión sobre el ruinoso mercado de abastos, o sobre el cochambroso edificio de Sindicatos o la impotencia ante la obligación de declarar una zona de bajas emisiones, por no aludir al verdaderamente misterioso asunto de la reordenación del centro urbano de Cuenca y por este camino, tirando la ristra de chorizos, aún podríamos seguir enhebrando temas, pero a mí, estos días de conciertos de música religiosa, lo que verdaderamente me tiene estupefacto es el cierre total de la iglesia de San Miguel para acoger más de uno de los conciertos del programa. Estamos asistiendo a propuestas en sitios encantadores, deliciosos, como el Espacio Torner o la Fundación Antonio Pérez, que tienen la utilidad que tienen, y es mucha, pero que no son salas de conciertos. No hay buena acústica, no hay comodidad para los espectadores que, encima, son pocos, porque la capacidad de estos espacios no es suficiente para poder atender la demanda. Y mientras, la iglesia de San Miguel cerrada a cal y canto. Durante los últimos años nos entretuvieron con la matraca de que había problemas de humedades y se iban a corregir, pero esa obra ya se ha hecho y la iglesia está en magníficas condiciones de uso. ¿Qué pasa en esta ciudad que se permite el lujo de mantener cerradas las puertas de un espacio envidiable? Misterio, aquí todos son misterios. Como consuelo para lectores y espectadores, inserto una fotografía de un concierto del año 2016, tan lejano ya.

martes, 15 de abril de 2025

DON DIMAS, A LOS CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO

 


Dimas Pérez Ramírez, don Dimas siempre, nació en Tarancón el 15 de abril de 1925, ahora hace cien años justos. Estudió Filosofía en el Seminario Conciliar de San Julián (1943-45), Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca (1945-49) y Derecho Canónico en la Universidad de Comillas, en Madrid (1961-64) títulos a los que añadió el de Historia del Arte Religioso por la Universidad Pontificia de Salamanca (1985). En esta ciudad fue ordenado sacerdote en 1949 y de inmediato se incorporó como profesor al Seminario Menor de Uclés (1949-59). Tras una breve etapa en la parroquia de Fuente de Pedro Naharro (1959-61), pasó una temporada en Madrid desarrollando diversas funciones pastorales hasta que en 1971 regresó definitivamente a Cuenca para hacerse cargo del puesto de canónigo archivero diocesano que ocupó hasta su jubilación en el año 2000 y que resultó providencial en su actividad investigadora, al tener a su alcance el incalculable legado de los documentos generados por la diócesis, y en concreto los procedentes del tribunal de la Inquisición, en el que encontró materia para numerosísimos trabajos, además de llevar a cabo la ordenación sistemática de los legajos existentes.

            Durante toda su vida mantuvo una intensa actividad en el terreno de la divulgación cultural, especialmente orientada hacia temas históricos y religiosos, a través de la prensa diaria, revistas especializadas, micrófonos de las emisoras locales, conferencias y pregones. Sus publicaciones abarcan un amplio abanico de cuestiones relacionadas con la iglesia, la historia y el arte, actividad para la que estaba personalmente muy bien dotado porque fue un auténtico comunicador nato, asequible, directo y comprensible. Ingresó en la Real Academia Conquense de Artes y Letras el 29 de octubre de 1987 con un discurso titulado “Orden de Santiago y obispado de Cuenca: relaciones históricas”, uno de sus temas preferidos. Fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y capellán del Real Hospital de Santiago de Cuenca y nunca le faltaron ganas de entrar en polémicas, sobre todo las que mantuvo en distintos medios para reivindicar la naturaleza taranconera de Melchor Cano, frente a quienes pretendían llevarla a otros horizontes.

A Uclés y su monasterio dedicó sus primeras publicaciones, apenas unos folletos divulgativos pero su entrada real en el mundo editorial la hizo con una obra ciertamente valiosa, Pedro de Villadiego y el retablo mayor de Tarancón (1978) en el que daba a conocer y estudiaba el espectacular retablo que cubre el presbiterio de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. En Uclés, último destino de Jorge Manrique (1979) volvió, ahora ya con mayor profundidad, a escudriñar los misterios de su querido monasterio. Su conocimiento de los entresijos del archivo le permitió publicar un folleto muy entretenido, Brujas en la Mancha, brujas en la Alcarria (1980) al que siguió el importante Catálogo del Archivo de la Inquisición de Cuenca (1982) que ya había conseguido poner en orden, a pesar de los numerosos desafueros que había sufrido. Preparó una nueva edición de las Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca, de Julián Zarco (1983) y puso en mis manos la edición de otra joya, La custodia de la catedral de Cuenca (1985), que editamos desde Gaceta Conquense y a continuación me pidió colaboración para diseñar y maquetar dos pequeñas obras divulgativas, Uclés, cabeza de la Orden de Santiago y El Real Hospital de Santiago de Cuenca (ambas en 1990).

Su vocación inalterable hacia la ciudad en que nació le hizo acometer una obra ingente que solo llegó a completar en su primera parte, Tarancón en la historia. Vol. I: Desde la romanización al final del Antiguo Régimen (1994), sin que nadie, que yo sepa haya asumido la tarea de continuar ese trabajo. Luego, hasta el final de su vida, fue dando nuevas ofertas de divulgación poniendo de relieve la siempre apasionante y nunca agotada temática vinculada a la historia y el arte de nuestra provincia.

Murió en Cuenca el 14 de noviembre de 2016 y dejó, creo yo, un rastro de bonhomía, de cordial acercamiento a los demás, comunicador fácil incluso con un leve toque de ironía si el tema se prestaba. A los cien años del día de su nacimiento me parece justo y necesario dejar aquí constancia de ese hecho y recordar con afecto y respeto a quien siempre fue don Dimas.

 

 

 

lunes, 14 de abril de 2025

VARGAS LLOSA Y LOS RASCACIELOS DE CUENCA

 


Hubo un tiempo feliz en que a Cuenca venían de visita gente destacada del mundo de la cultura, escritores y artistas en primer plano, profesores, estudiosos, gente curiosa, interesada por cosas que ya no se llevan. Entre ellos llegó un buen día un todavía joven escritor que estaba ya en la cresta de la ola del boom de la literatura hispanoamericana, Mario Vargas Llosa, acompañado de su familia. Como buen paseante, fue de un sitio a otro, conoció calles y personas que había en ellas, visitó el Museo de Arte Abstracto, que le maravilló, dejo que lo entrevistaran y que le hicieran fotografías. Ciertamente, aquella época de Cuenca fue muy feliz. Vargas Llosa ha muerto hoy y en el sentimiento generalizado que a todos nos provoca esta pérdida sobrevive el recuero de aquella visita estimulante. La fotografía es de Ramón Herraiz.

sábado, 12 de abril de 2025

VIVIENDAS NO FALTAN… O ESO PARECE

 

Cada día, sin que falle uno, los medios informativos (tan queridos para mí) de todo tipo, nacionales, provinciales, locales, impresos, radiofónicos o televisivos, nos obsequian con un repertorio de noticias, datos y comentarios sobre el que parece ser un grave y serio problema de la vivienda en este país. Sobre todo abundan los testimonios que ofrecen personas muy apuradas por lo mal que lo están pasando, el disparatado (e incontrolado) precio de los alquileres, por no hablar de las nuevas construcciones, muy lejos de las economías juveniles y sin querer entrar en el vidrioso asunto de los abusos, las estafas y las propuestas de habitabilidad increíbles en un país civilizado pero que ahí están y hacen bien en contarlo. Como ya estoy alejado del periodismo de investigación al que me dediqué muchos años, no tengo ganas de llevar a cabo un exhaustivo estudio sobre lo que está pasando. Será verdad lo que dicen y las cosas deben ser tan angustiosas como nos transmiten cada día. Pero frente a ello hay otra realidad, bien visible en esta ciudad de Cuenca: el incontenible incremento del parque de viviendas. A dónde van a parar tantos pisos nuevos o qué posibilidades hay de conseguir uno sin morir en el intento ni hipotecar tu vida hasta el último aliento, es otra cosa y ahí, como he dicho, no entro. Que lo hagan otros y nos informen de lo que realmente está pasando. Yo, testigo ocular de lo que pasa, me limito a hacer la foto de este bloque nuevo, en un rincón  tan espectacular como el de la calle de San Agustín con la de Colón, en lo que era un solar aparentemente insignificante pero el que va tomando forma, ya muy avanzada, este nuevo edificio que dentro de poco serán viviendas ocupadas por seres humanos en disposición de comprarlas y habitarlas.