Hubo un tiempo feliz en que a Cuenca venían de visita gente destacada del mundo de la cultura, escritores y artistas en primer plano, profesores, estudiosos, gente curiosa, interesada por cosas que ya no se llevan. Entre ellos llegó un buen día un todavía joven escritor que estaba ya en la cresta de la ola del boom de la literatura hispanoamericana, Mario Vargas Llosa, acompañado de su familia. Como buen paseante, fue de un sitio a otro, conoció calles y personas que había en ellas, visitó el Museo de Arte Abstracto, que le maravilló, dejo que lo entrevistaran y que le hicieran fotografías. Ciertamente, aquella época de Cuenca fue muy feliz. Vargas Llosa ha muerto hoy y en el sentimiento generalizado que a todos nos provoca esta pérdida sobrevive el recuero de aquella visita estimulante. La fotografía es de Ramón Herraiz.
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