miércoles, 15 de octubre de 2025

QUE NO FALTEN OBSTÁCULOS

 


Ya sabe aquello de éramos pocos y parió la abuela. En el casco antiguo no faltan los problemas de todo tipo y para mejorar la situación, ahí están las obras (incalificables: que cada cual ponga lo peor que se le ocurra) que van a introducir un artilugio todavía de nombre indefinido, entre ascensor y escalera mecánica, que aparte cargarse bonitamente todo el entorno del barrio de San Martín tiene bloqueado todo el entorno. Ahora le ha llegado también a la plaza del Obispo Valero, donde han colocado ese mastodonte para fabricar y descargar hormigón con el que seguir estropeando el paraje y el paisaje. Ello, como es natural, cortando calles y escalinatas y enviando a los ciudadanos paseantes a darse una vuelta por donde puedan. Pues, nada, que siga la fiesta.

lunes, 13 de octubre de 2025

UNA PRESUNTA PROPIEDAD PRIVADA

 


Uno no acaba de encontrar sorpresas a cada paso que da. Algunas sobreviven años y años, sin que a nadie parezca importar demasiado, seguramente porque todo el mundo se acostumbra y a nadie llama la atención. Entre otros motivos, porque el indicador no sirve para nada y a fin de cuentas da lo mismo que esté o deje de estarlo. Por ejemplo, este que hoy traigo aquí, un cartelucho situado a la entrada del paraje de El Chantre, que dice nada menos que esa es una propiedad privada. ¿Privada? ¿De quién? A lo mejor lo peso in illo témpore quien gestionaba el chiringuito que había allí, pensando que de ese modo protegía su negocio, del que, por cierto, hace años no queda el menor rastro. Pero ahí sigue el cartelito, anunciando una propiedad privada en un terreno que es claramente público, de todos. Sospecho que va a seguir estando ahí durante muchos años más. Y si no, al tiempo.

sábado, 11 de octubre de 2025

PALABRAS, PALABRAS Y NO HECHOS EFECTIVOS

 


El actual gerente del Consorcio Ciudad de Cuenca ha hecho unas declaraciones a la prensa con ocasión de cumplirse el veinte aniversario de la entrada en vigor de este organismo, dedicado desde su creación a hacer el trabajo que debería ejecutar el Ayuntamiento, como hacen todos los demás del país, pero el de Cuenca ha encontrado una excelente vía de escape para lavarse las manos. Ahora es el Consorcio, financiado sobre todo por el Estado y la Comunidad Autónoma, el que se encarga de financiar las obras, sean públicas o privadas, que se llevan a cabo en el casco antiguo de la ciudad. Pero aprovechando la oportunidad del aniversario, el gerente ha dicho algo más: el Consorcio tiene un objetivo que sobresale por encima del resto y es el de conseguir que la ciudadanía elija el casco antiguo para vivir, a pesar de las incomodidades que supone en materia de transporte urbano, aparcamiento, dificultades de accesibilidad, escasez de comercios, etc., etc. Porque este último aspecto, del que se habla poco (el tráfico lo domina todo) es seguramente el signo más evidente del deterioro ambiental del casco antiguo de Cuenca, de donde ha desaparecido casi por completo toda señal de comercio cotidiano. Antiguamente hubo panadería, mercerías, droguería, lo habitual en cualquier barrio. Ya no queda casi nada. Un par de pequeñas tiendas de comestibles, una de ellas orientada claramente hacia el turismo, y poco más. Como remate de esta situación, acaba de cerrar la única carnicería (que era, por cierto, un negocio floreciente) situada en la calle Alfonso VIII, con lo que se da un paso más en la liquidación de la convivencia cotidiana. Dice el gerente que “el Consorcio se ha encargado de mantener, conservar y revitalizar el Casco Antiguo, pero no hemos sido capaces de que cada vez más gente lo elija para tener ahí su domicilio”. A lo mejor, además de financiar obras de albañilería, deberían empezar a pensar ya (para mañana es tarde) en promocionar la actividad comercial en la zona. Es algo que no se ha hecho nunca ni a este Ayuntamiento se le ha pasado por la cabeza, pero cualquier día es bueno para empezar.

miércoles, 8 de octubre de 2025

AYER Y HOY DE LA CUEVA DEL TÍO SERAFÍN

 


           La fotografía tiene la enorme virtud de que nos permite conocer visualmente el ayer y el hoy, cómo eran las cosas y cómo son ahora. Sobre todo, nos permite comprobar la evolución de la ciudad. Aunque la fotografía, en general, tiene ya un par de siglos de vida, desde que Niepce empezó a desarrollarla, en Cuenca disponemos de imágenes suficientes a partir de comienzos del siglo XX, de manera que gracias a esas imágenes podemos ver cómo han ido cambiando las cosas. Por ejemplo, la Cueva de Orozco, llamada también del Tío Serafín, que se encuentra a la entrada de la Hoz del Huécar, pasada la Puerta de Valencia. Empecemos por la imagen más antigua, la que va por delante de estas líneas.

            En 1929, en su libro “Postales Conquenses”, Basilio Martínez Pérez, cuenta que ese lugar “ha sido siempre habitación de menesterosos; en la actualidad, es vivienda del tipo más raro que pasea la ciudad: Celes. Así llaman a este joven de voz atiplada que mendiga, por Cuenca, ofreciendo estropajo y olorosas plantas a las mujeres. Es inútil ofrecer trabajo a este mancebo fornido; sus manos, dice, no se hicieron para emplearlas en trabajos serviles. Prefiere mendigar, y mendiga, el dueño y señor del castillo de piedra de la Cueva de Orozco”.

            Así eran las cosas hace poco más o menos un siglo y así continuaron, con modificaciones, al paso de las décadas, en que la cueva fue alojamiento de familias modestas, necesitadas de vivir en cualquier sitio, aunque incómodo e insalubre, como era éste. Hasta que llegaron tiempos mejores y, tras una etapa de abandono, astutas mentes emprendedoras descubrieron las posibilidades de ese lugar para transformarlo en amable restaurante, con una no menos amistosa terraza, al aire libre de la Hoz, con vistas espléndidas sobre los rascacielos de Santa Catalina.

            Y como el negocio prosperó y las cosas iban bien, decidieron dar un paso más, cubriendo la terraza con un artilugio que no sé cómo denominar, pero que se ha apoderado de todo el espacio disponible hasta casi ocultar por completo la entrada de la Cueva, un lugar que, deduzco, no tiene la consideración de monumento, ni cuenta con protección patrimonial alguna, con lo que cada cual puede hacer lo que le parezca oportuno.

            Menos mal que tenemos las fotografías antiguas para saber cómo era la Cueva de Orozco y qué es lo que hemos perdido con tantos cambios.

 

 

 

domingo, 5 de octubre de 2025

EL MEJOR CINE CLÁSICO

 


El mejor cine de todos los tiempos. Eso es lo que se puede encontrar a partir de ahora todos los lunes en el Cineforum Chaplin, que se ofrece en el salón del Centro Cultural Aguirre gracias a una colaboración eficaz entre la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cuenca y el Cineclub Chaplin. Para empezare la serie, hemos podido ver una excelente película realizada en los últimos años del periodo mudo, La última orden, dirigida por el europeo Josef von Sternberg en Hollywood en 1928, con interpretaciones de Emil Jannings, Evelyn Brent y William Powell. Cine dentro del cine, que permite conocer alternativamente los avatares de la primera guerra mundial en el frente ruto y la forma en que el cine americano afrontaba tal situación. En el preámbulo de la sesión, la concejala de Cultura, Marian Martínez, dirigió unas palabras a los asistentes y luego Pepe Alfaro presentó la película y al final dirigió el coloquio entre los espectadores. De manera que en adelante, todos los lunes, a las seis y media de la tarde, hay una cita (gratuita) con el mejor cine clásico. La próxima semana, Alemania, año cero, de Roberto Rossellini.

POR INDICADORES QUE NO QUEDE

 


Es proverbial el sentido del humor que mantiene en vigor al Ayuntamiento de Cuenca, que camina por la vida como si a su alrededor no existiera la realidad con sus matices y necesidades. Veamos un pequeño detalle. A la entrada de los accesos al casco antiguo, tanto en el puente de la Trinidad como en la Puerta de Valencia, se encuentran situados, desde hace años, estos indicadores de tráfico en los que se dicen algunas lindezas. Por ejemplo, que es una zona controlada, por más que todos sabemos que ocurre exactamente lo contrario. Y se indica también que hay cámaras de vigilancia para ayudar a controlar la incontrolable situación, cámaras que, es verdad, existieron hace muchos años pero que dejaron de funcionar entre otros motivos porque eran completamente inservibles. O dice también que no pueden subir los autobuses, cosa que, es cierto, sucedió hace años, hasta que pasó al olvido. Pero ahí siguen los carteles de aviso. Como todo el mundo sabe ya de qué va la cosa, nos importa un ardite tales indicadores, e incluso los visitantes dan por supuesto que la presencia de estos artilugios forma parte del sentido del humor de este bondadoso Ayuntamiento. O sea, que no sirven para nada.

sábado, 4 de octubre de 2025

LOS AUTOBUSES, PROBLEMA ETERNO Y SIN SOLUCIÓN

 


El tropezón que ha tenido el Ayuntamiento de Cuenca es de los de órdago y no te menees, hasta dar lugar al hecho insólito de que, por primera vez que se sepa y se recuerde, la institución ha tenido la necesidad de marcha atrás y corregir lo que estaba haciendo -un auténtico disparate- para volver a dejar las cosas como estaban antes de tan infeliz idea. Hablo, naturalmente, de las líneas de autobuses, reinventadas con tan mala fortuna que el sistema provocó el rechazo generalizado y tan colectivo que no se pudo utilizar el habitual pretexto de echarle las culpas al contrario en política, porque en este asunto hubo coincidencia generalizada de todos los colores. De todos modos, el problema de los autobuses en Cuenca no tendrá solución mientras que un Ayuntamiento valiente y decidido tome el toro por los cuernos y afronte el asunto de un modo global, sin miedo a los cambios y sin estar más preocupado de la cuenta por el dinero que hay que invertir, porque la raíz de todo está en lo mismo, en el deseo de ahorrar a toda costa sin pensar en que, al final, lo barato suele salir caro. Por lo pronto, las cosas funcionan solo moderadamente bien. Son constantes los retrasos, servicios que pierden turno y sobre todo el norme lapso de tiempo que hay entre un autobús y otro en algunas líneas. Contando con inconvenientes como el que se plantea por las obras en la calle de San Pedro, que impide un tráfico normal, pero son cosas con las que hay que contar. Algo que contradice las necesidades de una ciudad moderna, que necesita más vehículos, más conductores, más líneas razonablemente estudiadas. En fin, un asunto pendiente por si alguna vez alguien se lo quiere tomar en serio. Mientras, iremos de chapuza en chapuza. Y la gente, el público, nosotros, cada vez más disgustados.