sábado, 11 de mayo de 2024

ESPERANDO EL ALUVIÓN

 


Antiguamente (o sea, antes de la pandemia), las terrazas estaban vinculadas al buen tiempo. En invierno, sillas, mesas y sombrillas permanecían cuidadosamente almacenadas en el interior de cada local y sólo las sacaban cuando las crónicas meteorológicas anunciaban la llegada del calorcillo primaveral. Eso era antes. La realidad del momento es que las terrazas se han convertido en parte integrante y sustancial del paisaje urbano, para desesperación de los bares que no tienen posibilidad de ocupar aceras o plazoletas inmediatas y que ven, supongo que con lógica envidia, la suerte que tienen sus colegas de otros lugares más propicios. El caso es que ahora las terrazas están disponibles todo el año, siempre preparadas para recibir la avalancha de usuarios que en cuanto puedan se van a disputar los lugares disponibles. Aquí vemos ésta, una de las muchas que hay en el casco antiguo, todavía vacía a esta hora de la mañana, pero no hay que preocuparse: dentro de un rato habrá bofetadas por conseguir una de las mesas. Es lo que tiene el tiempo en que vivimos.

viernes, 10 de mayo de 2024

BUENOS ASIENTOS PARA DESCANSAR

 


 


No me he parado nunca a pensar en cuántas catedrales hay en España (del mundo entero no hablo) que tengan la entrada al final de una escalinata. Pienso de memoria y todas las que me vienen a la mente están a nivel de suelo, o sea, sin escalones, aunque seguro que hay alguna, como la de Santiago de Compostela, pero su disposición no se presta a que en ella ocurra lo que pasa en la de Cuenca, y por eso la traigo aquí. Y es que los amplios escalones dispuestos delante de la fachada de nuestro hermoso (e inacabado, por eso es aún más original) templo prestan una indudable utilidad, la de servir como asientos en los que los cansados viajeros, hartos de callejear y subir y bajar cuestas, encuentran un momento placentero. Es interesante señalar que en el país de las prohibiciones, parece que a nadie se le ha ocurrido todavía imponer esa restricción en las escaleras de la catedral. Ni falta que hace, diría yo. La imagen de estas personas, plácidamente sentadas, unas leyendo el periódico o un folleto, otras repasando las fotos del móvil, la de más allá haciendo quien sabe qué, nos ofrece un espectáculo pacífico, sosegado, muy familiar.

 

martes, 7 de mayo de 2024

CLAMOR UNIVERSITARIO POR PALESTINA

 


Hay un clamor que recorre medio mundo y que tiene sus principales focos de impulso en los campus universitarios, siguiendo una tradición centenaria porque en esos sitios, además de estudiar y llevar a cabo sandeces varias suele anidar siempre, también, un hálito de inquietud justiciera que lleva a los jóvenes estudiantes a hacer cosas tan saludables como protestar. Y eso es razonable porque siempre, en cualquier tiempo y lugar, hay sobrados motivos para protestar. Ahora es Palestina el grito que solivianta los espíritus y provoca indignación y cabreo, y no sólo, creo yo, por la actitud canallesca del estado de Israel, que parece haber olvidado todos los principios de humanidad que deberían tener asumido, sino también por la impotencia de los demás estados del mundo civilizado y democrático, incapaces de establecer algún mecanismo de control que ponga freno a esta situación. Obligando a Hamás a devolver a los rehenes, faltaría más, pero interrumpiendo la masacre que los judíos están llevando a cabo y que, amenazan, van a desarrollar y perfeccionar aún más en los próximos días. A mí, que soy todavía algo iluso, me hubiera gustado tener a mano, para ilustrar este comentario, una foto de protesta en el campus universitario de Cuenca, pero no parece que nuestros cómodos estudiantes hayan mostrado mucha actividad levantisca a favor de Palestina, de modo que tengo que recurrir a una imagen distribuida por la agencia Efe con la firma de Sergio Pérez. El mundo entero es un clamor pero en Cuenca, ya se sabe, las preocupaciones son otras.

lunes, 6 de mayo de 2024

CENTENARIO SIN CELEBRACIÓN

 


Los medios informativos que prestan alguna atención a la actividad cultural (y que no son, desde luego, todos los que hay) nos recuerdan que hoy se cumplen doscientos años justos del día en que se estrenó en Viena la Sinfonía número 9 en re menor opus 125, conocida como Coral y coloquialmente como la Novena Sinfonía de Beethoven. Es la última de las sinfonías que salieron de la mente portentosa de este músico genial y, sin duda, la más conocida e interpretada en todo el mundo. Con rara unanimidad, porque en estas cosas siempre hay un Pepito Grillo discrepante, se la considera una obra maestra de la música clásica y del arte en general, un auténtico logro creativo, con un toque de genialidad que raramente se puede producir, porque la mayor parte de los seres humanos nos movemos entre límites muy discretos. Conseguir una formación orquestal con coro incluido que pudiera ofrecer al público de Cuenca esta maravillosa composición fue uno de mis objetivos principales cuando me hice cargo del Teatro-Auditorio de Cuenca, en el año 1994 y lo conseguí el 3 de febrero de 1996, en que pude contratar a la Orquesta Estatal de Lituania que, como era de esperar, hizo que la emoción corriera a raudales entre las paredes del todavía joven recinto musical de Cuenca. Aún repetí la experiencia un par de veces más, en años posteriores, siempre con la misma satisfacción de ofrecer a los melómanos conquenses algo que realmente merecía la pena. Hubiera sido bonito que en este día del segundo centenario de su estreno, la Novena hubiera podido volver a sonar en el Teatro-Auditorio. No parece que a nadie se le haya ocurrido tal cosa.

 

 

GANAS DE INVENTAR NOMBRES

 


Controlar la nomenclatura del callejero urbano parece cosa sencilla, puesto que existe un listado en el que se recogen los nombres de las calles, así como la fecha del acuerdo en que se impuso tal denominación. Esto, que es aparentemente sencillo, ofrece algunas sorpresas cuando alguien, no está claro si un político en ejercicio o un funcionario novato, incluye por su cuenta una modificación, de manera que hoy nos enteramos, según nota oficial difundida por el consistorio, que el Ayuntamiento de Cuenca continúa ejecutando el Plan de Mantenimiento Urbano, que está permitiendo reasfaltar calles ubicadas en distintos puntos de la ciudad y por ello se ha actuado en la calle Camino Viveros, vía de salida del Parque Municipal de Bomberos y de acceso al Recinto Ferial. Que yo sepa, en Cuenca no existe ninguna calle denominada Camino Viveros; en todo caso, si la hubiera, se llamaría Camino del Vivero, pero no ocurre tal cosa. Por la explicación que da la nota oficial deduzco que alguien ha decidido dar ese nombre al que realmente se llama Camino de la Resinera, que pasa en efecto por delante del parque de bomberos, hacia la izquierda queda el templo de la Iglesia de Filadelfia, algo más allá enfrente hay ahora instalado un circo, sigue hacia el Bosque de Acero, bordea Aldeas Infantiles y finalmente se une al Camino del Terminillo para salir junto a la Ronda Oeste, frente al nuevo camino del futuro Hospital. Esa es la realidad de los hechos, desde mi punto de vista. Claro que para rematar la faena, todos los medios informativos, sin excepción, reproducen la nota tal cual y ninguno de ellos se ha permitido la observación puntual de que en Cuenca no existe ningún Camino Viveros. O sea, que llueve sobre mojado.

viernes, 3 de mayo de 2024

HAY QUE SER MÁS CUIDADOSOS

 


Si esto que voy a comentar aquí fuera un caso aislado, no pasaría de la anécdota ni merecería una nota en este Blog, pero es que lo he encontrado repetido en varios pueblos y por eso creo que es conveniente decirlo. Lo que se ve en la fotografía es una placa callejera, o sea, el nombre de una calle. Está colocada en la fachada de un edificio y alguien, no se si los dueños del inmueble o el Ayuntamiento han tenido la buena idea de blanquear la pared, incluyendo la placa con el resultado que está a la vista, o sea, no se puede leer nada. Podría pensarse que el autor del estropicio lo ha hecho a mala idea, pero como digo el mal se puede ver en ese mismo pueblo en otras calles y otras placas, y también en otros pueblos de nuestra provincia, o sea, no es un casi aislado o excepcional. Hay que ser más cuidadosos y debe serlo, sobre todo, la autoridad municipal de cada lugar, para intervenir a tiempo, tirar de las orejas a los responsables y corregir el desaguisado. Porque conviene saber cómo se llama cada calle de cada sitio. No está bien taparlos a brochazos.

 

OBSTÁCULOS INÚTILES POR TODAS PARTES

 



Uno de los grandes misterio que podemos encontrar paseando por nuestra maravillosa y desconcertante ciudad es la abundante dotación de artilugios urbanos, repartidos por todas partes, y que teóricamente deben servir para proporcionar un servicio informativo consistente en dar la hora y la temperatura. Como complemento comercial apropiado, tales postes informativos incluyen también un anuncio publicitario. Eso es la teoría y con esa intención se instalaron hace muchos, muchísimos años. Seguramente al comienzo funcionaron bien, y con una sola mirada podíamos saber en todo momento la hora y la temperatura, aunque la memoria ya ha olvidado cuándo dejó de ocurrir tal cosa. Hace años, muchos años, que esos inútiles instrumentos no sirven para nada. Perdón, me corrijo, sí sirven para algo, porque siguen ofreciendo publicidad, que se renueva de vez en cuando. Es decir, la empresa responsable de su mantenimiento sí tiene buen cuidado de mantener al día el soporte publicitario, que le da las lógicas ganancias, pero le importa un comino o cuerno que los otros factores, reloj y termómetro, funcionen. Y como podemos imaginar, sin necesidad de ser mal pensados, es obvio que entre las infinitas preocupaciones del Ayuntamiento de Cuenca no figura la de obligar a la empresa a mantener la instalación en orden. Y así estamos, con la casa sin barrer. Curiosamente, estas minucias que no preocupan al equipo de gobierno tampoco parecen interesar mucho a los grupos de la oposición.