lunes, 6 de mayo de 2024

CENTENARIO SIN CELEBRACIÓN

 


Los medios informativos que prestan alguna atención a la actividad cultural (y que no son, desde luego, todos los que hay) nos recuerdan que hoy se cumplen doscientos años justos del día en que se estrenó en Viena la Sinfonía número 9 en re menor opus 125, conocida como Coral y coloquialmente como la Novena Sinfonía de Beethoven. Es la última de las sinfonías que salieron de la mente portentosa de este músico genial y, sin duda, la más conocida e interpretada en todo el mundo. Con rara unanimidad, porque en estas cosas siempre hay un Pepito Grillo discrepante, se la considera una obra maestra de la música clásica y del arte en general, un auténtico logro creativo, con un toque de genialidad que raramente se puede producir, porque la mayor parte de los seres humanos nos movemos entre límites muy discretos. Conseguir una formación orquestal con coro incluido que pudiera ofrecer al público de Cuenca esta maravillosa composición fue uno de mis objetivos principales cuando me hice cargo del Teatro-Auditorio de Cuenca, en el año 1994 y lo conseguí el 3 de febrero de 1996, en que pude contratar a la Orquesta Estatal de Lituania que, como era de esperar, hizo que la emoción corriera a raudales entre las paredes del todavía joven recinto musical de Cuenca. Aún repetí la experiencia un par de veces más, en años posteriores, siempre con la misma satisfacción de ofrecer a los melómanos conquenses algo que realmente merecía la pena. Hubiera sido bonito que en este día del segundo centenario de su estreno, la Novena hubiera podido volver a sonar en el Teatro-Auditorio. No parece que a nadie se le haya ocurrido tal cosa.

 

 

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