Ya sabe aquello de éramos pocos y parió la abuela. En el casco antiguo no faltan los problemas de todo tipo y para mejorar la situación, ahí están las obras (incalificables: que cada cual ponga lo peor que se le ocurra) que van a introducir un artilugio todavía de nombre indefinido, entre ascensor y escalera mecánica, que aparte cargarse bonitamente todo el entorno del barrio de San Martín tiene bloqueado todo el entorno. Ahora le ha llegado también a la plaza del Obispo Valero, donde han colocado ese mastodonte para fabricar y descargar hormigón con el que seguir estropeando el paraje y el paisaje. Ello, como es natural, cortando calles y escalinatas y enviando a los ciudadanos paseantes a darse una vuelta por donde puedan. Pues, nada, que siga la fiesta.
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