El actual gerente del Consorcio Ciudad de Cuenca ha hecho unas declaraciones a la prensa con ocasión de cumplirse el veinte aniversario de la entrada en vigor de este organismo, dedicado desde su creación a hacer el trabajo que debería ejecutar el Ayuntamiento, como hacen todos los demás del país, pero el de Cuenca ha encontrado una excelente vía de escape para lavarse las manos. Ahora es el Consorcio, financiado sobre todo por el Estado y la Comunidad Autónoma, el que se encarga de financiar las obras, sean públicas o privadas, que se llevan a cabo en el casco antiguo de la ciudad. Pero aprovechando la oportunidad del aniversario, el gerente ha dicho algo más: el Consorcio tiene un objetivo que sobresale por encima del resto y es el de conseguir que la ciudadanía elija el casco antiguo para vivir, a pesar de las incomodidades que supone en materia de transporte urbano, aparcamiento, dificultades de accesibilidad, escasez de comercios, etc., etc. Porque este último aspecto, del que se habla poco (el tráfico lo domina todo) es seguramente el signo más evidente del deterioro ambiental del casco antiguo de Cuenca, de donde ha desaparecido casi por completo toda señal de comercio cotidiano. Antiguamente hubo panadería, mercerías, droguería, lo habitual en cualquier barrio. Ya no queda casi nada. Un par de pequeñas tiendas de comestibles, una de ellas orientada claramente hacia el turismo, y poco más. Como remate de esta situación, acaba de cerrar la única carnicería (que era, por cierto, un negocio floreciente) situada en la calle Alfonso VIII, con lo que se da un paso más en la liquidación de la convivencia cotidiana. Dice el gerente que “el Consorcio se ha encargado de mantener, conservar y revitalizar el Casco Antiguo, pero no hemos sido capaces de que cada vez más gente lo elija para tener ahí su domicilio”. A lo mejor, además de financiar obras de albañilería, deberían empezar a pensar ya (para mañana es tarde) en promocionar la actividad comercial en la zona. Es algo que no se ha hecho nunca ni a este Ayuntamiento se le ha pasado por la cabeza, pero cualquier día es bueno para empezar.
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