miércoles, 8 de octubre de 2025

AYER Y HOY DE LA CUEVA DEL TÍO SERAFÍN

 


           La fotografía tiene la enorme virtud de que nos permite conocer visualmente el ayer y el hoy, cómo eran las cosas y cómo son ahora. Sobre todo, nos permite comprobar la evolución de la ciudad. Aunque la fotografía, en general, tiene ya un par de siglos de vida, desde que Niepce empezó a desarrollarla, en Cuenca disponemos de imágenes suficientes a partir de comienzos del siglo XX, de manera que gracias a esas imágenes podemos ver cómo han ido cambiando las cosas. Por ejemplo, la Cueva de Orozco, llamada también del Tío Serafín, que se encuentra a la entrada de la Hoz del Huécar, pasada la Puerta de Valencia. Empecemos por la imagen más antigua, la que va por delante de estas líneas.

            En 1929, en su libro “Postales Conquenses”, Basilio Martínez Pérez, cuenta que ese lugar “ha sido siempre habitación de menesterosos; en la actualidad, es vivienda del tipo más raro que pasea la ciudad: Celes. Así llaman a este joven de voz atiplada que mendiga, por Cuenca, ofreciendo estropajo y olorosas plantas a las mujeres. Es inútil ofrecer trabajo a este mancebo fornido; sus manos, dice, no se hicieron para emplearlas en trabajos serviles. Prefiere mendigar, y mendiga, el dueño y señor del castillo de piedra de la Cueva de Orozco”.

            Así eran las cosas hace poco más o menos un siglo y así continuaron, con modificaciones, al paso de las décadas, en que la cueva fue alojamiento de familias modestas, necesitadas de vivir en cualquier sitio, aunque incómodo e insalubre, como era éste. Hasta que llegaron tiempos mejores y, tras una etapa de abandono, astutas mentes emprendedoras descubrieron las posibilidades de ese lugar para transformarlo en amable restaurante, con una no menos amistosa terraza, al aire libre de la Hoz, con vistas espléndidas sobre los rascacielos de Santa Catalina.

            Y como el negocio prosperó y las cosas iban bien, decidieron dar un paso más, cubriendo la terraza con un artilugio que no sé cómo denominar, pero que se ha apoderado de todo el espacio disponible hasta casi ocultar por completo la entrada de la Cueva, un lugar que, deduzco, no tiene la consideración de monumento, ni cuenta con protección patrimonial alguna, con lo que cada cual puede hacer lo que le parezca oportuno.

            Menos mal que tenemos las fotografías antiguas para saber cómo era la Cueva de Orozco y qué es lo que hemos perdido con tantos cambios.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario