Está empezando un año nuevo, este 2025 que echa a andar sus primeras horas. Ha pasado la barahúnda de la celebración, las uvas y el champán y los turrones, los besos y abrazos, las buenas intenciones, el reparto de parabienes por doquier. Todo el mundo rebosa felicidad y cuando se levanta y sale a la calle en busca de un desayuno calentito se encuentra con que en la muy turística Plaza Mayor de Cuenca todos los locales están cerrados, así tal cual lo digo, cerrados, lo que provoca el natural desconcierto de la ciudadanía viajera, porque todo el mundo entiende que hay derecho a descansar, faltaría más, pero también lo hay a servir a la clientela. Que es lo que hace el único local que está abierto, El Secreto de la Catedral, en la calle Obispo Valero, donde el personal hace cola, tal como lo digo, hace cola para conseguir un café. La terraza, naturalmente, está llena, porque el seco frío de esta primera mañana del año no asusta ya a nadie y menos si lo que apetece es echarle algo al cuerpo. De modo que al menos en esta ciudad turística hay por lo menos un listo que abre sus puertas y atiende a los viajeros y paseantes mañaneras. Los demás, como dice el habla popular, están sembrados de ganancias y no necesitan unas perrillas de más.
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