Tal día como
hoy, 2 de agosto, pero del año 1968, el ministro de Obras Públicas, Federico
Silva Muñoz aprueba de manera definitiva el anteproyecto del acueducto
Tajo-Segura y ordena la redacción del proyecto de ejecución. Con ese acto
aparentemente sencillo, aquel ministro, famoso por su eficacia en tiempos del tardofranquismo,
ponía en marcha el procedimiento, primero técnico, luego político, con el
debate en las Cortes, de aquella idea que los prohombres del sistema quisieron
vender como un triunfo de la capacidad nacional para tener iniciativas
avanzadas y que habría de tener el penoso desenlace que hemos ido viviendo en
los últimos años y que ahora se recrudece, con unas negras perspectivas. El
triunfo electoral conseguido en las Comunidades del sureste y sur de España por
la alianza de los partidos de derecha y ultraderecha amenaza con una feroz
ofensiva para conseguir no solo mantener, sino impulsar los trasvases del Tajo
al Segura. A ninguno de ellos parece importar la opinión de los técnicos ni las
señales de alarma que constantemente se lanzan desde la cuenca cedente,
totalmente esquilmada en sus posibilidades de seguir aportando agua. Esos fanáticos
no tienen el menor escrúpulo en seguir exigiendo trasvases con los que regar
sus maravillosos invernadores, sus espléndidos campos de golf y sus bien
rentables urbanizaciones turísticas. En verdad, nos esperan años duros porque,
todo hay que decirlo, los correligionarios de aquí, de PP y de Vox, no parecen
tener mucho entusiasmo en defender el agua escasa que lleva el Tajo en la
cabecera del sistema ni parece importarles mucho el dramático escenario que
presentan los pueblos de la Alcarria de Cuenca. De manera que tenemos una
perspectiva un poco negra, pendiente del leve hilo protector que por ahora mantiene
el gobierno cesante y con el miedo de que el siguiente se deje arrastrar por la
demagogia barata que nos viene de aquél rincón peninsular. Pues todo eso, esta
problemática agobiante, empezó un día como hoy, cuando a Silva Muñoz se le
ocurrió firmar el primer paso para poner en marcha el dichoso trasvase
Tajo-Segura, monumento faraónica construido a la mayor gloria del franquismo y
sus descendientes directos.
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