viernes, 24 de junio de 2022

EL ARTE DE PONER GUIJARROS

 

 


En alguna ocasión he oído lamentos sobre la pérdida, en Cuenca, de artesanos hábiles en poner guijarros, que debería ser lo usual en las calles del casco antiguo y no esos horrorosos adoquines con que fue empedrada toda la subida a la Plaza Mayor y la propia plaza, por no hablar de las losas graníticas situadas como eje vertebral de la calle, de donde se levantan cada dos por tres para entretenimiento ocupacional de los obreros municipales, que podían dedicarse a tareas más útiles. Pero no iban por ahí estas palabras sino por una mención expresa al arte de poner guijarros, que no se ha perdido, como en algún momento se llegó a insinuar. Otra cosa es que como es una faena delicada y lenta, los responsables de la cosa municipal prefieren tirar por el camino de en medio y buscar un sistema más rápido y eficaz. Pero cuando quieren, sí que se ponen guijarros, como ha ocurrido últimamente en la calle Pilares y ahora en la de San Juan. Da gusto, en estos tiempos de precipitación y descuidos, ver con qué delicada parsimonia los trabajadores se dedican a poner una piedrecita al lado de otra, procurando que queden bien encajadas en este sutil entramado que nos retrotrae a tiempos medievales. Es un bonito espectáculo.

 

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