jueves, 23 de diciembre de 2021

VINIERON PARA QUEDARSE

 


Se dice de muchas de las costumbres que se han incorporado a nuestras vidas con esta calamidad de la pandemia. Se dice, por ejemplo, de la mascarilla, desde hoy obligatoria también en calles y espacios abiertos, a pesar de que cada vez son más los científicos (hoy he oído en TV a dos de ellos) que expresan serias dudas sobre la utilidad científica de tales aditamentos colocados sobre nuestros rostros, pero pese a tales suspicacias de quienes entienden, lo único que tienen claro nuestros gobernantes es que hay que llevar mascarillas. Otra costumbre perniciosa es la de hacer cola en la calle, a la puerta de los establecimientos, a pesar de que ya no hay límites de aforo, pero nadie se atreve a levantarlo. Y quedan otras varias más, que ha venido para quedarse, con total rotundidad: las terrazas de los bares. En un sitio tan fresquito como Cuenca sabíamos que, al terminar el verano, todo el mundo recogía mesas y sillas al aire libre para guardarlas en algún almacén hasta que volviera, por lo menos, la primavera y con más seguridad, el verano. Pero eso pasó a la historia: la terrazas, ahora, permanecen y aunque muchas, como la de la foto, permanezca vacía, en casi todas hay siempre alguien dispuesto a sentarse, fumar un cigarrillo o tomarse un café con churros (o lo que venga a mano). Ya no se recogen las terrazas. Han venido para quedarse y es otra imagen a la que deberemos acostumbrarnos.

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