El
órgano rector de la Semana de Música Religiosa ha decidido nombrar nuevo
director artístico a un señor llamado Daniel Broncano que, por lo que se deduce
de la breve nota biográfica que se ha hecho pública, sabe bastante de qué va esto
de la música y de los festivales. En principio, por tanto, no hay nada que
objetar. Por sus obras lo conoceremos y valoraremos. Tiempo al tiempo. No
piensan lo mismo quienes de inmediato se han rasgado las vestiduras, porque el
señor Broncano padece un problema capital: no es de Cuenca y eso, al parecer,
es un pecado mortal que ha dado lugar al sempiterno lamento pueblerino: han ido
a buscar fuera lo que se podría haber encontrado dentro. Naturalmente, quienes
así piensan tienen la mente tan estrecha como el ojo de una cerradura. Nada de
universalización de las ideas, del libre movimiento de las personas, el
creativo ejercicio de la voluntad. Es mejor permanecer en un círculo cerrado,
cuanto más estrecho y reducido, mejor. Que no entre aire exterior, que no haya
hueco para forasteros impuros y contaminantes. Yo me lo guiso y yo me lo como.
De esa manera, el nuevo director artístico de la Semana de Música Religiosa,
como otros que le antecedieron en distintos puestos, a las dificultades
naturales tiene que añadir una más, romper ese cordón pueblerino alérgico a la
contaminación exterior, que le van a envolver en cuanto aterrice por aquí.
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