lunes, 11 de enero de 2021

IGLESIA DE SANTA CRUZ: RECUPERADA DE LA RUINA

 


      Quienes ya han podido visitar la Colección de Roberto Polo en la iglesia de Santa Cruz quedan maravillados por la belleza arquitectónica y ornamental de un edificio de los menos conocidos que hay en la ciudad, porque desde que se recuperó tras la ruina solo ha estado abierto el pequeño periodo en que fue Centro de Artesanía.

       Da gusto verlo ahora, tan limpio y bien ordenado, como elegante envoltura para las modernas obras de arte. En su estructura, columnas, arcos y capiteles se puede ver la mano del gran José Martín de Aldehuela, a cuya memoria Cuenca no estará nunca suficientemente agradecida.

       Fue iglesia parroquial hasta mediados del siglo XIX, pero aún permaneció abierta al culto hasta la guerra civil. Después, el desastre, la ruina y el traspaso al Ayuntamiento que en 1979 emprendió los trámites para restaurarla. Así estaba el interior, como muestra la foto de Pinós, cuando en 1981 comenzaron los trabajos de restauración, precedente de los que finalmente ahora se han llevado a cabo.

       Para la historia de la iglesia de Santa Cruz quedan algunas historias interesantes. Desde aquí se organizaba el ritual de las cruces de mayo, cada año. Aquí se descubrieron las momias que fueron a parar a la ermita de San Isidro. Aquí estaban las campanas de Santa María y Santa Bárbara, que ahora se encuentran en San Pedro.

            A la ruinosa iglesia de Santa Cruz dedicó unos versos la poeta venezolana Jean Aristeguieta (1921-2016) en su libro Vitral de fábula, publicado en 1954. La visión del lamentable estado del lugar la conmovió fuertemente. Sin duda, hoy le gustaría ver el remozado aspecto de este bello edificio:

 Quemada vive sólo del recuerdo

ayer con arcos, naves y liturgia.

De lo que fue una vez persiste apenas

una espadaña inerme que custodian

cuervos que graznan insondablemente

y la lucidez reverso de la sombra.

Cruzan los muros pobres alimañas

los helechos reposan en el ábside

y en un limbo de triste soledad

está lo que era aliento de cristal.

 

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