Teniendo en cuenta lo que pasa (y lo que está cayendo) a
los conquenses se nos ha terminado el mantra habitual y cien veces repetido de
que aquí no nieva nunca, como se viene repitiendo desde hacer años justamente
cuando se han ido produciendo situaciones como las actuales: nieves y
temporales por todo el país, carreteras cortadas e inundadas por el blanco
manto, gente tropezando por las calles en pueblos y ciudades, niños arrojándose
bolas unos a otros entre muñeco y muñeco, las máquinas a todo tren limpiando
los caminos cuando se podía y todo ese repertorio de situaciones que conocemos
muy bien gracias al repetitivo espectáculo que nos ofrecen las televisiones.
Pues eso se acabó, al menos por este año. No solo
tenemos aquí la nieve, sino que ha venido para quedarse al menos durante unos
cuantos días, para poner a prueba los cacareados planes de emergencia que los
poderes públicos anuncian a bombo y platillo antes de que llegue la tormenta y
que, a la hora de la verdad, demuestran una muy dudosa eficacia, porque ya me
dirán cómo el autobús que sube a la Plaza Mayor tiene que interrumpir su
trayecto a los dos primeros copos porque no se atreve con la cuesta. En fin,
cosas que pasan.
Como resultado plástico bien visible, todos los canales
y plataformas visuales se han llenado de
incontables demostraciones de la habilidad fotográfica de las cámaras actuales
y así tenemos la ciudad y sus alrededores vistos desde cien ángulos diferente y
ofreciendo mil perspectivas llamativas, todas ellas bellísimas.
Nieva sobre Cuenca, este año sí. Hay que aprovecharlo,
mientras dure.
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