sábado, 15 de noviembre de 2025

HOJAS DEL ÁRBOL CAÍDAS

 


Una de las quintillas más famosas de la literatura española está tan asentada en el alma de los lectores, que casi surge de manera espontánea a la menor ocasión: “Hojas del árbol caídas / juguetes del viento son: / las ilusiones perdidas, / ¡ay!, son hojas desprendidas / del árbol del corazón”. Curiosamente, por inercia, cuando he preguntado a algunas personas cercanas ha habido una respuesta casi unánime sobre el autor: Bécquer, Gustavo Adolfo Bécquer, al que casi todo el mundo considera el autor romántico por excelencia. Pues no, estos versos no son del escritor sevillano, sino del extremeño José de Espronceda, que se dejó llevar por ese pesimismo existencial que fue un elemento esencial de aquella generación que, si viviera ahora, tendría múltiples motivos para expresar su amargura en versos al menos tan bellos y sentidos como estos. Juguetes del viento son las hojas que caen de los árboles conquenses en estos días otoñales y se acumulan en las aceras de las calles, esperando que llegue la ráfaga ventosa que las lance a cualquier otro sitio o que aparezca el barrendero gentil que las recoja para acumularlas quien sabe en qué cementerio de hojas caídas. Por lo pronto, la ciudad se viste con ellas y adquiere, aunque sea cosa de pocos días, ese panorama amable y vistoso que oculta el frío tono grisáceo de las baldosas.

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