Seguramente a nadie, hasta hace unos años (pocos años) se le había ocurrido destacar la función social que pueden llegar a desempeñar los bares e incluso menos aún se hubiera podido pensar que tales instalaciones podrían llegar a considerarse un servicio público casi esencial, necesitado por ello de protección a cargo de la estructura administrativa vigente en los pueblos. Pues a eso hemos llegado y adelanto ya que estoy totalmente de acuerdo.
Hasta ahora, la
consideración que merecían estos establecimientos era escasa o muy poca. Pero
resulta que el bar es el sitio en que los ciudadanos se reúnen a tomar el café
o la cerveza, a echar la partida al mus o al dominó, o donde se congregan para
ver el partido de fútbol de cada día, porque este espectáculo alimenta mucho
más si se ve en pandilla y hay posibilidad de gritar, aplaudir o acordarse en
voz alta de la madre del árbitro, pequeños placeres que, en privado, son menos
satisfactorios. Y es también un espacio de enorme utilidad para los viajeros
que al llegar al lugar en cuestión buscamos un sitio en el que no solo poder
tomar un café (o cualquier otra cosa), sino también satisfacer esas
necesidades, a veces imperiosas, que todos tenemos de manera habitual y que se
puede remediar, por supuesto, junto a un
árbol o matorral, pero si es un espacio a cubierto y con papel higiénico
al lado, mejor.
De manera que aplaudo
aquí con el debido entusiasmo las acciones que algunos Ayuntamientos están
llevando a cabo en los pueblos de la provincia de Cuenca para proteger, ayudar
y sostener este auténtico y benefactor servicio público.
En la foto, un bar en Villarejo de Fuentes.
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