Han pasado ya muchos meses desde que entró en servicio la nueva comisaría de policía, en la Ronda de San José, en aquel edificio que iba a ser para los Sindicatos y que se frustró en una de las más rocambolescas operaciones urbanísticas que ha habido en esta ciudad. Como no es cosa de remover cuestiones del pasado, vamos a aparcar este asunto para pasar a otro que me parece más interesante. Porque el traslado de la comisaría a su nueva sede significa que se quedó vacía y sin uso la anterior, situada como sabe todo el mundo en la calle Astrana Marín, frente al Instituto Alfonso VIII. Se trata de un edificio que ha tenido ya variadas utilidades. Se construyó para que fuera la sede de Diario de Cuenca y lo fue, en efecto, desde que se construyó hasta el cierre del periódico, en 1984. Estuvo unos meses vacío, como suele suceder en estos casos hasta que se le buscó una provisional utilidad, como facultad de Bellas Artes y en esa tarea se ocuparon unos años, pocos, por fortuna, porque si la cosa dura algo más el inmueble hubiera perecido, tal fue el vendaval que pasó por allí. Superado este escollo, a alguien se le ocurrió resolver, también provisionalmente, los problemas de precariedad de la Policía Nacional y hasta aquí la trajeron, hasta ahora en que este nuevo traslado significa que el edificio ha vuelto a quedar vacío y sin uso aparente. El propietario, desde el primer momento, es el Ayuntamiento, porque municipal es el suelo en el que se construyó y ya se sabe que la normativa es clara: lo construido y abandonado pasa a ser propiedad del sueño del suelo. Teniendo en cuenta la necesidad de espacios que hay en Cuenca, algunos pensábamos que el Ayuntamiento daría ocupación a este edificio en cuatro días. Pues no. Ni en cuatro ni en un casi año, que se cumplirá en el cada vez más cercano junio. Por lo pronto hasta ahora no ha aparecido ningún okupa voluntario. Es una suerte. Y hablando de comisarías: la nueva se quedó pendiente, en junio del año pasado, de que hubiera un hueco en la agenda del ministro Grande-Marlaska para que viniera a inaugurarla. El dichoso hueco se está haciendo de rogar.
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