Reconozco un cierto desconcierto, como suele suceder habitualmente cuando aparece algo inesperado. Hace tiempo dediqué en este Blog un comentario al caso singular del edificio situado en la esquina de Carretería con la calle Fray Luis de León, dando frente a la Plaza de la Constitución en el que hace años se colocaron unos andamios y una red metálica envolvente, teóricamente para proteger unas presuntas obras que se iban a realizar en las fachadas o en el interior del inmueble, pero he aquí, ¡oh sorpresa! que tales obras no empezaron nunca a pesar de lo cual el dichoso entramado permanecía en su sitio, sin utilidad aparente, y dificultando el paso de los transeúntes, de manera destacada de quienes pretendían acceder al Horno de Tévar. Lo curioso de este hecho es que en ningún momento pareció importar, ni mucho ni poco, a quienes deben preocuparse por este tipo de asuntos urbanísticos, de manera que la situación se fue prolongando un año tras otro, hasta que ahora, de sopetón, sin previo aviso y sin alharacas informativas, en un pis pas se ha procedido a desmontar el tinglado para que las cosas vuelvan a su ser natural. Orden y limpieza, eso es lo que conviene mantener vigente en todos los rincones de la ciudad. Aunque, y vuelvo al comienzo, ahora uno se siente un poco desconcertado porque ya nos habíamos acostumbrado a esa imagen. Seguro que pronto nos acostumbramos también a la nueva, que es mucho mejor.
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