No voy a descubrir que vivimos en un mundo muy extraño. Por un lado, se dice y debe ser cierto, que somos la sociedad mejor informada de cuantos han existido a lo largo de la Historia. Nunca los seres humanos, dicho así, en plan colectivo, estuvimos tan bien preparados, cultural e informativamente hablando y nunca tuvimos a nuestra disposición tantísimos canales de noticias, comentarios e ideas, de manera que deberíamos estar, todos, muy bien preparados para recibir lo que nos llega por todos esos canales y saber, en cada momento, diferenciar cada cosa para apartar de inmediato lo que es superfluo o, directamente, falso o erróneo. Pero no es así, evidentemente. Los ejemplos son muy numerosos y sirven para descalificar sistemas de comunicación que, como ocurre con Facebook y otros similares no han sido capaces de establecer mecanismos de control para garantizar la fiabilidad de lo que difunden. Para no seguir especulando, voy al grano. Estos días pasados, a cuenta de la Alvarada de Cañete, a uno de esos comunicadores espontáneos se le fue el entusiasmo patriótico y lanzó a las ondas informáticas, entre otras lindezas, esta:
“Cañete es un
pueblo de Cuenca cerca de la frontera con Aragón. En el pasado fue una plaza
medieval importante con una gran fortaleza. Fue cuna de D. Álvaro de Luna, hijo
bastardo del rey de Castilla, que sería un personaje de importancia en la conquista
española de Iberoamérica”. Mal está que tales cosas se digan, pero peor es que
no se corrijan de manera que el error, los errores, se mantienen y multiplican.
Dejemos paso a las verdades.
Álvaro de Luna
fue hijo del señor de Cañete y de su amante, María de Uranzadi, de manera que
no fue bastardo de ningún rey, ni de Castilla ni de ningún otro sitio. Y murió
por el expeditivo sistema de que le cortaran la cabeza en 1453, es decir, medio
siglo antes de que Cristóbal Colón tuviera la idea de irse a descubrir las
Américas, de manera que mal pudo Álvaro de Luna haber participado, ni en
sueños, en la conquista de aquél entonces desconocido continente.
Así van las
cosas por aquí y así se viene maltratando a la pobre e indefensa cultura
provincial.
(En la imagen,
sepulcro de Álvaro de Luna en la capilla de Santiago, en la catedral de Toledo)
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