lunes, 28 de agosto de 2023

EL CASCABEL Y EL GATO SALEN A LAS TERRAZAS

 

En la ciudad de Sevilla han empezado a destapar la cala de los truenos y no hay que ser muy listo para suponer que la corriente se irá extendiendo por todo el país. La iniciativa parte de algunos grupos ciudadanos y la apoya el grupo de la oposición en el Ayuntamiento, que se ha olvidado que hace tres meses era el que gobernaba sin que le importara un pimiento el asunto, pero esa es la utilidad de la oposición: decir que el otro haga lo que uno no fue capaz de hacer. Al grano, meditaciones aparte.

El tema es que en esa ciudad, como en todas (vean el clamoroso ejemplo de Cuenca) cuando surgió la dichosa pandemia del covid se dictaron medidas especiales para ampliar las condiciones de uso de las terrazas, con lo que aparecieron sillas, mesas y camareros por doquier, invadiendo espacios hasta ese momento reservados a peatones o a aparcamientos. Basta contemplar el espectáculo de la Plaza Mayor o del Castillo para saber de qué estamos hablando. Pero resulta que el pasado 4 de julio el Consejo de Ministros decretó el final de la crisis y con ello el término de las medidas especiales, salvo la famosa mascarilla, que aún prolongó un poco más su vigencia en centros sanitarios.

Para que las terrazas tuvieran más espacio se utilizó el pretexto de la separación que debería haber entre mesas y clientes, medida que solo se aplicó en los momentos más duros de la crisis pero que luego se fue relajando, las mesas se fueron aproximando pero el espacio utilizado siguió siendo el mismo. Lo que promueven ahora en Sevilla es que habiendo terminado la vigencia de las medidas extraordinarias, es preciso volver al punto inicial, o sea, las terrazas deben volver a sus condiciones anteriores al comienzo de la crisis, lo que supone abandonar muchos de los espacios que han invadido, y vuelvo a citar los ejemplos clamorosos de la Plaza Mayor y el Castillo, en el primer caso dejando prácticamente sin espacio a los peatones, en el segundo ocupando docenas de espacios de aparcamientos.

¿Hay por ahí algún optimista que piense que el Ayuntamiento de Cuenca va a mover algún dedo para que las cosas que ya no son excepcionales vuelvan a ser normales, o sea, como antes? A ver si alguien es capaz de ponerle el cascabel al gato.

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