Estoy en Carretería, contemplando el paso de la virgen de la Luz y haciéndole algunas fotos, vicio natural en todo aquel que sale a la calle llevando una cámara en el bolsillo. A mi lado, un hombre, que es fácil señalar como forastero, comenta, dirigiéndose a mí: “Oiga, esa imagen es muy oscura; ¿es que tiene algún defecto?”. No señor, le digo, es una virgen negra, lo que quiere decir que es de origen medieval. En España hay bastantes como ella.
El señor se
aleja, no se si convencido o todavía envuelto en dudas. Por mi parte, me
pregunto si los cientos de espectadores que animan Carretería en esta mañana
festiva son conscientes de que aquí, en Cuenca, tenemos una de las 51 Vírgenes
negras contabilizadas en España y me vienen a la cabeza los hermosos versos de
Federico Muelas:
Serrana espiga morena,
Di, ¿qué sembrador divino
Entre la roca y el pino
Lanzó tu semilla buena?
Qué bonito epíteto: serrana espiga morena. Cosas así solo las dicen los poetas.
Pero volvamos a las vírgenes negras, que empiezan
a aparecer en España tras la Reconquista. Antes, no hay ninguna de ese color y
cuando surgen predominan los tonos claros. No hay ninguna explicación que nos
informe de por qué, en algún momento de la Edad Media, algunos tallistas las
hicieron con esa tonalidad oscura. Se ha querido explicar que la causa estaba
en la madera elegida, que por motivos naturales sufrió alteraciones cromáticas
a causa de hongos; la teoría tiene un fallo: si eso ocurría con las vírgenes,
¿por qué no también con las imágenes de Jesús y los santos, que se hacían con
las mismas maderas? En otros casos se han querido buscar explicaciones
esotéricas o iniciáticas, vinculadas a algunos cultos paganos sobre diosas
antiguas, pero tampoco es posible encontrar una vinculación razonable entre
estas figuras propias de países orientales (Egipto, sobre todo) y España.
Para resumir y no hacer largo este artículo, resumiré
diciendo que el caso de las vírgenes negras es un auténtico y total misterio.
Quien tenga curiosidad por profundizar puede leer “El enigma de las vírgenes
negras”, de Jacques Huynen; Barcelona, 1977, Plaza y Janés.
Vírgenes negras muy conocidas son la de Montserrat
en Cataluña, la de la Almudena en Madrid, la andaluza Virgen de Regla, la
extremeña Virgen de Guadalupe. Y la Virgen de la Luz, de Cuenca, que hunde sus
raíces populares en aquellos tiempos confusos de la Edad Media, tan admirables
por otros muchos motivos.
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