Ya no hay motivos para lamentarse, como es habitual, porque es cierto que hay un amplio rosario de cuestiones que generan comentarios populares en forma de quejas y lamentos. Yo mismo he contribuido a eso durante más de medio siglo de ejercicio de periodismo crítico. Pues ahora toca decir que algo se ha hecho bien y el beneficiario directo es el río Huécar a su paso por la ciudad de Cuenca, o sea, la calle de los Tintes y el Paseo del Auditorio, donde la vegetación había crecido de tal modo que ya cubría todo el espacio disponible, llegando a tapar por completo la visión del río, asunto al que dediqué un ya antiguo comentario. Pues las cosas han cambiado y esa maleza que estorbaba se ha limpiado, eliminado, de manera que el agua limpia del Huécar vuelve a verse, alegre y cantarina, para alegría de sus principales usuarios, los patos y también para satisfacción visual de quienes tenemos gusto por ver el río. Hay una cosa curiosa: el Ayuntamiento, que pregona constantemente las más insípidas tonterías, no ha hecho alarde de esta buena acción. Curioso, sí señor.
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