Debería
haber elecciones todos los meses, da lo mismo el motivo, cualquiera, locales,
regionales, referéndums, lo que sea, pero con entidad suficiente para que los
responsables de la cosa pública sintieran la necesidad de hacer cosas que
ofrecer al respetable público dentro de la imprescindible campaña bien cargada
de promesas. Porque cuando llegan las elecciones, desde que se huele la fecha
clave de los comicios, pueblos y ciudades hierven de actividad, como si hubiera
que solucionar en cuatro días lo que ha estado inmovilizado cuatro años. Que
es, precisamente, el tiempo que lleva cerrado el refugio de la calle Alfonso
VIII, porque había en él unas goteras que entorpecían la visita. Bueno, pues ya
lo están arreglando, con las prisas necesarias para que se pueda abrir cuanto
antes. O sea, antes de que llegue el día electoral. Pues bien venido sea. Los
turistas lo agradecerán.
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