Todos
los medios de comunicación de esta ciudad envuelta en tópicos han repetido
miméticamente lo mismo: “Santiago Posteguillo llena el MUPA”. Cuando yo
estudiaba periodismo (qué tiempos aquellos, no por lejanos, sino por
diferentes) lo noticiable era lo que se salía de la norma, lo que tenía matices
distintos, excepcionales. No es noticia, se nos decía, que un perro muerda a un
hombre; la noticia es que un hombre muerda a un perro. Esa distinción
noticiable ha desaparecido; en su lugar, el control lo tienen los gabinetes de
comunicación, que se encargan de preparar la nota oficial que distribuyen a los
medios y estos ni siquiera se toman la molestia de introducir una nota
diferenciadora: toman la nota y la colocan tal cual, incluyendo el título. Por
eso todos dicen, como papagayos sin iniciativa, que “Santiago Posteguillo llena
el MUPA”, envuelto, naturalmente por los políticos de turno, cuya preocupación
por la cultura es acudir a hacerse la foto al lado del famosillo de turno, como
si esa cercanía les infundiera un valor especial o les diera (que es lo que
esperan) cuatro votos de más en las próximas elecciones. Naturalmente, a esos
políticos de andar por casa no se les verá nunca en una conferencia seria, un
concierto riguroso, la presentación de un libro de un autor local o
desconocido. Ahí no hay foto con un famosillo de turno, ahí no hay “lleno total”
en la sala, ahí no habrá votos que poder llevarse a las urnas. Y así va la
cultura por aquí. En espera del próximo lleno multitudinario.
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