En este mundo pícaro y
precipitado que nos ha tocado vivir, aún
queda algo de tiempo para recibir una sorpresa agradable, acompañada de
un rato de sosiego y estímulo intelectual. Es lo que pasó el último martes,
oyendo en la Real Academia a Sonia Casal Valencia, una jovencísima investigadora
de los entresijos del arte que con una expresividad asombrosa puso delante de
los atentos oyentes que allí estábamos la obra de Cristóbal García Salmerón,
uno de esos conquenses de mérito olvidados en esta ciudad de nuestros
disgustos, donde cualquiera tarambana insignificante recibe honores y
distinciones de cualquiera de las instituciones que se dedican a eso. No es el
caso del pintor que traigo aquí hoy: nacido en Cuenca a comienzos del siglo
XVII y muerto en Madrid en 1666 fue uno de los artistas más destacados y
reconocidos de la época barroca, con un largo repertorio de obras identificadas
y otras que nos son conocidas solo por la documentación que existe sobre él. De
eso habló, con admirable soltura, Sonia Casal, profesora de la Universidad de
Santiago, que ha escudriñado hasta las sombras más oscuras del pintor. Santos, apóstoles y penitentes. La obra
pictórica de Cristóbal García Salmerón, fue el título de la conferencia,
realmente una gozada, de esas que se agradecen porque se sale de la rutina y
las banalidades.
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