miércoles, 23 de noviembre de 2022

EL ADIÓS A MANOLO MOSET

 

Hay personas que, además de su propia valía individual, como seres humanos, actúan de tal modo que parecen formar parte del paisaje urbano en el que viven o desarrollan sus tareas. Es el caso de Manuel Martínez Moset, Manolo para todos los vecinos del casco antiguo, que acaba de fallecer de manera tan inesperada como abrupta, en plena Plaza Mayor, cuando se disponía a cumplir una de sus misiones cotidianas, la de decir misa en el convento de las Petras. Y precisamente ese era el paisaje urbano del que Manolo Moset formaba parte, en su diario trajín para ir de las Petras a San Felipe y vuelta a hacer el mismo recorrido y en el camino pegar la hebra con cualquier vecino, por ejemplo, conmigo, para intercambiar ideas, opiniones y comentarios. O para contarme cualquier novedad incorporada a la iglesia de San Felipe, a la que me acompañaba con auténtico entusiasmo, para explicar esos detalles, o del arte, o las obras, o los problemas y necesidades. Siempre amable, siempre comunicativo. Ahora se ha muerto, dejando pendiente de contestar un par de cosas que pensaba comentarle en nuestro próximo casual encuentro callejero, ese que ya no tendrá lugar nunca. Qué cosas pasan y qué artera es la muerte, llegando tan callando, tan de improviso.

 

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