martes, 15 de febrero de 2022

NUESTROS VECINOS, LOS PATOS

 


Insensibles o inasequibles al frío que estos últimos días ha caído sobre nosotros, la colonia de patos que vive entre el Huécar y el Júcar continúa su distendida existencia, ajenos los palmípedos a la curiosidad de los transeúntes, todavía no bien acostumbrados del todo a que estos amistosos animales vivan entre nosotros. Porque aunque ya parecen ser cosa habitual, de toda la vida, la verdad es que nunca antes hubo patos en nuestros ríos, que yo sepa o recuerde, pero aparecieron un buen día, cuando la astucia humana acertó a reponer el agua en el históricamente seco Huécar y entonces, al atractivo del líquido y de la vegetación inmediata, llegaron los patos, que ahora forman un agradable espectáculo, en su plácido ir y venir de un sitio al otro del río. Es una imagen amable, que llama la atención siempre y por ello es difícil sustraerse a parar durante unos minutos el paso para echar un vistazo a estos alegres compañeros de jornada. Que no parecen tener miedo al frío, como es fácil de comprobar. Ahí están, nadando o chapoteando, como si los termómetros no nos estuvieran poniendo un helor en el alma.

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