jueves, 24 de febrero de 2022

HUBO UNA VEZ UN 23-F

 


Naturalmente, no tengo tiempo ni ganas para leer todo lo que se publica en los periódicos del día, pero dando por supuesto que habrá algún fallo puedo decir que este 23 de febrero nadie ha recordado lo que pasó en el año 1981, cuando el ínclito teniente coronel Tejero, al frente de una banda de facinerosos, se dedicó a asaltar el Congreso de los Diputados y sembrar el pánico entre las acobardadas señorías, salvo tres muy dignas y atrevidas: Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo. Desde aquel esperpéntico día, todos los años, durante mucho tiempo, casi hasta ahora mismo, al llegar la fecha los medios, analistas y articulistas, se lanzaban desaforados a comentar el suceso e intentar explicar sus claves, sin que faltaran las necesarias alusiones a la posible implicación de quien entonces era el rey, el ahora defenestrado Juan Carlos de Borbón. Eso, como digo, ha venido pasando de manera sistemática hasta que en los últimos tiempos fue decayendo para llegar, finalmente, al olvido de ahora. Y es que para superar a la historia, lo mejor es tener un buen presente que llevarse a la boca y la pluma. Con lo que está cayendo sobre España mediante la espectacular crisis interna del PP y con lo que se nos avecina al mundo entero, si la manifiesta locura belicista del zar Putin sigue adelante invadiendo Ucrenia y provocando una nueva guerra mundial, ¿a quién la importa recordar la esperpéntica figura de Tejero pegando tiros al techo del Congreso?

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