Naturalmente, no
tengo tiempo ni ganas para leer todo lo que se publica en los periódicos del
día, pero dando por supuesto que habrá algún fallo puedo decir que este 23 de
febrero nadie ha recordado lo que pasó en el año 1981, cuando el ínclito teniente
coronel Tejero, al frente de una banda de facinerosos, se dedicó a asaltar el
Congreso de los Diputados y sembrar el pánico entre las acobardadas señorías,
salvo tres muy dignas y atrevidas: Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo. Desde
aquel esperpéntico día, todos los años, durante mucho tiempo, casi hasta ahora
mismo, al llegar la fecha los medios, analistas y articulistas, se lanzaban
desaforados a comentar el suceso e intentar explicar sus claves, sin que
faltaran las necesarias alusiones a la posible implicación de quien entonces
era el rey, el ahora defenestrado Juan Carlos de Borbón. Eso, como digo, ha
venido pasando de manera sistemática hasta que en los últimos tiempos fue
decayendo para llegar, finalmente, al olvido de ahora. Y es que para superar a
la historia, lo mejor es tener un buen presente que llevarse a la boca y la
pluma. Con lo que está cayendo sobre España mediante la espectacular crisis
interna del PP y con lo que se nos avecina al mundo entero, si la manifiesta
locura belicista del zar Putin sigue adelante invadiendo Ucrenia y provocando
una nueva guerra mundial, ¿a quién la importa recordar la esperpéntica figura
de Tejero pegando tiros al techo del Congreso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario