A estos cartelones
que están repartidos por la ciudad de Cuenca (por fortuna, no hay muchos) les
llaman “Expresión libre”, lo que quiere decir que están en esos sitios para que
en ellos se peguen carteles del tipo que sea. El que inventó el sistema tenía
la bondadosa intención de que así no habría carteles y cartelinas pegadas en
cualquier sitio, librando a la ciudad del cochambroso aspecto que presenta de
manera generalizada. Para mí que tan utópica intención nunca se ha cumplido y
la cartelería sigue inundando tapias y paredes, pero lo que sí queda es el
aspecto que ofrecen estos grandes paneles cuando alguien decide limpiarlos un
poco. Me da a mi que es peor el remedio que la enfermedad.
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