jueves, 22 de julio de 2021

CUANDO LAS BARBAS DE TU VECINO VEAS PELAR

 


            Conviene no exagerar, pero también conviene ser prudentes y cuidadosos, por si acaso.

            Este miércoles, el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO ha decidido eliminar de la lista a la zona portuaria de la ciudad de Liverpool, en el Reino Unido. Es la tercera vez que se toma una decisión de este tipo. Anteriormente ocurrió con el valle del Elba, en Alemania y el santuario árabe de Oryx, en Omán.

            El caso de Liverpool es peculiar porque lo que se protegía, desde 2004, era el excepcional complejo portuario, que tomó forma en los siglos XVIII y XIX y había llegado hasta nosotros conservando sus magníficas características ambientales. Y eso, dice la UNESCO, es lo que ahora está en peligro, a causa de una desaforada industrialización de corte moderno, poniendo en peligro “la autenticidad y la integridad del lugar”.

            Desde hace tiempo, muchas personas estamos mostrando, de un modo u otro, una clara y sincera preocupación por el deterioro de la ciudad antigua de Cuenca, por motivos bien conocidos y que no es cosa de reproducir aquí, porque el espacio no permite más que un breve comentario. Las sucesivas llamadas de advertencia no parecen calar en quienes tienen la responsabilidad personal e institucional de actuar de manera contundente para corregir los desmanes, muchos de ellos debidos a censurables iniciativas públicas pero sobre todo para impulsar, de manera activa, una decidida recuperación de los valores que llevaron a la ciudad a ser incluida en la lista del Patrimonio Mundial.

            Hay quienes piensan que esa distinción es inamovible, se da para toda la vida y no hay que hacer méritos para conservarla. Craso error. Ningún equipo está eternamente en la División de Honor; al menor descuido, puede perder la categoría y descender.

            El caso de Liverpool debería servir de advertencia. Insisto: no conviene exagerar todavía, porque no creo que estemos ya en el trance de perder el lugar de privilegio en que nos encontramos, pero si los descuidos y el desinterés siguen campando por su cuenta, cualquier cosa puede ser posible en un futuro próximo. Y no hay que llegar a eso, desde luego. Más vale evitarlo y actuar a tiempo.

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