sábado, 23 de abril de 2022

RESPONSABLES CONOCIDOS

 

Casi siempre, los grafiti son anónimos, señal evidente de que sus autores se sienten avergonzados de practicar tan sucia y molesta costumbre que tiene como único objetivo afear un poco más las ciudades. Cuenca, desde luego, es un excelente ejemplo. Las miserables leyendas urbanas, casi todas de pésimo gusto, están ocupando sin piedad cualquier pared disponible, mientas la autoridad competente hace lacrimógenas (e inútiles) llamadas a un buen comportamiento colectivo. Pero a lo que voy: las pintadas, por lo general, son anónimos, los autores no se atreven a firmarlas con nombre y apellidos. Pues las que vienen hoy aquí sí tienen autor: los insensatos e incívicos que han llenado las paredes de la ciudad con estúpidas apelaciones a Castilla Libre y Castilla Comunera tienen la desfachatez de poner al lado de las letras el símbolo de la organización a que pertenecen y que es, por lógica, un grupúsculo insignificante, marginal y retrógrado. Pero ahí están, ensuciando las paredes de la ciudad.

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