A ver si alguien
adivina cuántas veces, desde el siglo pasado y contando lo que ya va de este,
algún político de los que se ocupan de las cosas ciudadanas ha dicho que se
iban a suprimir los cables que cruzan por todas partes las calles, plazas y
rincones de la parte alta de Cuenca, el famoso casco histórico declarado
Patrimonio de la Humanidad. No creo que nadie sea capaz de contestar a la
pregunta, porque lo han dicho tantas veces que son incontables. Y por más que
digan, por muchas veces que lo anuncien, los cables siguen ahí, un día tras
otro, a la vista de todo el mundo. Como ejemplo, por traer aquí uno de tantos,
aquí tenemos lo que hay entre la plaza de Mangana y el seminario, bordeando el
Museo de las Ciencias. La imagen es fea con ganas, además de ser un constante
peligro, pero ahí sigue, como en tantos otros rincones de esta querida y
maltratada ciudad de Cuenca.
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