De vez en cuando aparecen noticias en los medios dando cuenta de la presencia de insólitos animales en las calles de urbanizaciones y pueblos. Unos jabalíes por aquí, una serpiente por allá, cervatillos desconcertados paseando entre los coches y cosas así.
Los animales, en apariencia salvajes
y ariscos, van tomando confianzas con los seres humanos, sin percatarse que más
les valía a todos permanecer lo más lejos posible de esta especie. El otro día
me encontré con una bandada de buitres picoteando tranquilamente al borde de la
carretera, en las inmediaciones de Fuentelespino de Moya. Los buitres son
frecuentes en Cuenca y se pueden ver con facilidad, sobre todo en los escarpes
rocosos de las hoces (Priego, Beteta, por ejemplo) y a veces también se les ve
sobrevolando por el cerro del Socorro, seguramente atraídos por algún reclamo
comestible.
Pero estos que digo estaban casi al
alcance de la mano, a pocos metros del asfalto, despertando la curiosidad de
todos los que transitábamos por allí. Y si no se podía uno acercar más es
porque la natural prudencia de estos listos animales les hacía salir volando en
cuanto que alguien intentaba dar un paso imprudente. El espectáculo de la naturaleza es
verdaderamente algo maravilloso.
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